sábado, 28 de marzo de 2020

dos puntos


Emilie, tienes carta del futuro,
dos palabras escritas con cariño,
con la crudeza familiar de un niño
y el candor de un espíritu maduro.

Mi querida Emilie, dos puntos, dice,
espero que estés bien y estés alegre,
no como yo, que tengo algo de fiebre
por causa de este mal que me bendice.

Aquí se desabrocha Primavera
vestida de amargor e ilesas flores,
apurando la gama de colores
que la irisada nieve le cediera.

Los pájaros que tanto reconoces
respiran el aroma de los prados
sobre tu soledad desperdigados,
solos entre los páramos feroces.

Algunos se detienen y su trino
es una variación de la alegría
que a la dormida lira desafía
lo mismo que desvela al peregrino.

Las fuentes recuperan su cordura,
los pétalos se arrastran por el suelo,
y nada bajo el sol halla consuelo,
nadie se libra de su mano dura.

Sin embargo, mi amor no desfallece,
vuela al loco capricho de la tarde,
cuando toda la luz está que arde
y todo el mundo oscuro resplandece.

Mi amor visita nidos y colmenas,
monasterios de piedra y gesto adusto,
y le asusta saber que no me asusto
aunque el cielo me cargue de cadenas.

Mi querida Emilie, ya se termina,
solo espero que sigas sana y salva,
no como yo, que me despierto al alba
sumido en una sombra vespertina,

pues me destroza este silencio incierto
que retumba en tu verso cierto y libre,
y no sé de otra voz de su calibre
más allá de las voces de los muertos.


miércoles, 25 de marzo de 2020

una mina de oro


Verificar tus ojos como si de un tesoro
se tratara, evaluar la tozuda distancia
entre tu corazón y una mina de oro,
y ver cómo la sangre en luz se transustancia.

Asistir al entierro de tus obras completas
sofocando el latido de la pena acuciante,
y dejar que discutan su valor los poetas
y la Historia, en su seno, te reciba triunfante.
 
Has volcado un alud de Primaveras rojas,
de sanguíneas rosas y rosas amarillas
sobre el extraño Mundo, proféticas semillas,
espuma que desborda las oxidadas hojas.

Una página en blanco, discreta, te sostiene
la mirada del ángel y el discurso volcánico;
toda blanca paloma lleva el nombre del pánico,
una rama de olivo (y una bala en las sienes).

Mortificar tus labios con versos a la altura
de la Tierra que sufre tu pérfido abandono,
y llenar el vacío que has dejado en el t(r)ono
y entonar en silencio tu cordial partitura.

Reúnes la nostalgia en una sola nota,
alzas sobre las olas mil castillos de arena,
eres el Sol naciente que de la nada brota,
la luz antes del tiempo que al tiempo se encadena.

Has viajado al futuro sin ceder el estilo,
sin perder la sonrisa que te asoma por dentro,
de qué airosa manera sale el cielo a tu encuentro
como un arma terrible que enmudece su filo.

¿Cómo vuelas tan lejos? ¿Qué feroz lejanía
te congela los huesos y te arroja a la cara
una sombra tan pura que a la luz se declara
con el tímido eco de una casa vacía?

Adivinar la forma de tu rostro enjaulado,
cuántos reinos perdidos con los ojos invades,
y expandir el imperio que tu verso ha fundado
hasta el último extremo de tus extremidades.

Permanece tu huella como un lento murmullo.
Llevas tatuado el nombre de la Musa en la frente,
pero llevas grabado otro nombre, más tuyo,
en el alma que deja un dolor permanente.


sábado, 21 de marzo de 2020

qué se siente


Tus palabras poseen la propiedad ajena,
la inicial curvatura de los vanos espejos,
palíndromos ornados de acentos circunflejos
y flores de verbena.

Has salido al jardín de los jardines,
te has sentado en la hierba junto a un árbol valiente
y has sentido el temblor de los jazmines,
has sabido, al final, lo que se siente.

Tus ojos como flores arrugadas,
tus manos como hoces,
mejor solas que mal acompañadas
para segar los campos y las voces.

Has sacado a la calle el pensamiento
y has levantado nuevas conjeturas;
bajo el árbol devienen tus ideas tan puras
como cortantes ráfagas de viento.

La calle te sostiene la mirada, te mira
de arriba abajo con los ojos rotos,
las dos os veis tan bellas como en las viejas fotos,
que un día son verdad y otro mentira.

Tus palabras ascienden –¡enérgicas Virtudes–
desde la baja tierra hasta el Parnaso
son pájaros cantores, no son aves de paso
que pasan a tu lado para que las saludes.

Has llevado el sonido
al estado sutil de la armonía
donde el raro equilibrio de la sangre se alía
con el espacio etéreo de tu oído.

Querrán falsificarte la firma y el empeño,
escarbarán en tu fecundo origen
y el Mundo, en un pañuelo, verá cómo se afligen,
peritos incapaces de replicar un sueño.

Pues en tu afán por encarnar el Arte,
sueñas con su mirada religiosa;
hay en la noche un dios que quiere amarte,
pero al alba eres tú la única Diosa.

Has llenado la noche de palabras eternas,
has concebido el diestro lenguaje de la nabla,
Calíope serena que por tu mano habla
sobre vastos ciclones y galernas.

martes, 17 de marzo de 2020

rosa


Tu campo es un renglón de margaritas
por el que se desliza tu inmaculada letra,
es un reloj de sol que cronometra
la oscura eternidad que deshabitas.

Tu sombra que levita en la distancia
como un árbol de humo,
arcángel incendiario que desplumo
a gotas de lunar perseverancia.

Porticado por un jirón de estrellas
que se extiende, constante e infinito,
por el íntimo espacio de tus huellas
y el volumen de tierra en el que habito.

Estás leyendo un verso junto a la luz que arde,
tu nombre se perfila en la ventana;
hoy ha nacido el día de mañana
y se ha muerto a las cinco de la tarde.

Llega la noche como un tren absuelto
dominando el sombrío reflejo de tu ausencia,
un regalo devuelto,
eco de su apurada transparencia.

Con sus finas campanas, por el andén del mundo
pasan los ruiseñores,
los buenos malos tiempos, los peores,
la vida, lentamente, en un segundo.

Tu campo es un taller de amaneceres,
es un cuenco de soles inundado de espuma,
breve compendio de la luz que eres
y de la claridad que se le suma.

Sales del corazón en un latido
sobrevuelas los prados, los monasterios, tomas
tierra en el aire que tu amor ha hendido,
aire en la tierra de aventadas lomas.

Y cuando el viento sopla y levemente cae
la lluvia sobre crines y banderas,
y en las aulas se escucha aquel rosa rosae
que recitan los niños entre bromas y veras,

como la ronca noche que a tu oído suspira
su furtiva esperanza,
como el ave que lleva a tu balcón su lira,
mi corazón te alcanza.

jueves, 12 de marzo de 2020

a la celosa tierra


El alma se me sube a la cabeza,
se me va de la lengua el ser humano
y a manos llenas, de tu blanda mano,
vuelo al encuentro de tu fortaleza.

Eres la Primavera que chirría su acento,
que verifica el tiempo y siembra su futuro,
un águila afiliada a la Liga del Viento,
saciada de aire puro.

Con afilada espina de diamante,
atraviesa mi alma tu letra milagrosa,
que a mi alma le queda como un guante
el nombre de la rosa.

Tu cuerpo encadenado a la celosa tierra,
tu espíritu llamado a la ambición del fuego,
mis dientes como dientes de una sierra
mordiendo el polvo con impulso ciego.

Deshojo tu misterio, cada página en blanco,
tu verso es una sombra que no me da la espalda.
Desgarro mi silencio, ¡me lo arranco!
y me rompo la voz que lo respalda.

Se me viene a los ojos tu estampa compasiva,
el cromo de tus labios se me pega en la boca,
tu imagen ¡está viva!
como una flor nacida de la roca.

Pues simplemente eres,
en esta habitación o al fin del Mundo,
allá donde con otras te confundo,
aquí, donde perduras y no mueres.

Tan cerca de mi pluma
que tu llanto emborrona mi cuaderno:
no hay un verso tan hondo que tu llanto resuma,
ni se puede abreviar lo que es eterno.

Tengo el pecho anegado de eternidad y olvido,
mi tiempo es una historia que zozobra,
un sentido que nunca se recobra,
un hallazgo que he dado por perdido.

Tú sales del olvido, pero recuerdas todo
el pasado que fluye,
el caprichoso modo
en que la desmemoria se construye.

Ya mi alma desciende de tu seno
hasta la soledad de su pasado,
tan ajena a este mundo desolado
que a la celosa tierra la encadeno.

viernes, 6 de marzo de 2020

cuánto silencio


Tu sombra y tú cogidas de la mano,
formando una pareja de Damas enfrascadas
en sus remordimientos, sus trifulcas sonadas,
sus ciertamente sórdidas lecturas de verano.

Hay demasiado aire para tan poco vuelo,
demasiada vergüenza para tan poca rabia,
hay poca poesía y mucha labia,
poca pesca de altura y mucho anzuelo.

Tú naces donde beben las mujeres,
eres la sana fuente de Afrodita;
naces donde la sed te necesita,
mueres cerca del mar, donde no mueres.

Tu sombra es una flor de claro movimiento,
de extremidades rubias,
labios sellados por desiertas lluvias,
pétalos fascinados por el viento.

Pereces en la huella de la noche despierta,
dejas de respirar y te desplomas
con un revuelo insomne de palomas,
como una religión a ciencia cierta.

Pero a cada momento, como al azar, revives,
secreta Redentora de las Artes,
y entre un millón de almas te repartes
y en todas, torrencial, te reescribes.

Tu sombra verdadera,
la que contiene el Mundo que no existe
y el otro que hay afuera,
al que punto por punto te opusiste.

Qué admirable deceso, qué meritoria muerte:
cogida de la mano de tu perpetua sombra,
bajo el mármol frontal que te renombra
con el vigor de su palabra inerte.

Por qué tan poca carne y tanto hueso,
tanta tierra quemada;
qué cuerpo desprendido de su exceso,
qué tierra insatisfecha y desterrada.

Hay demasiada luz para tu sombra errante,
cuánto silencio en el mejor poema,
cuánta llama inmortal que al fin no quema.
Hay demasiada luz… y no es bastante.


lunes, 2 de marzo de 2020

new days


Verás pasar un largo
expreso de memoria concentrada,
tú, testigo de cargo
de tanto nuevo día y tanta noche usada.

Que preferiste ser amada, como ahora
en este verso impuro,
y abrazaste la causa del futuro,
su presentida aurora.

Eres la Primavera que lo ilumina todo,
tu sombra es un crisol de amaneceres,
trabajas con el Sol, codo con codo,
trabajadora de la luz que eres.

Eres como el invierno que desertiza el cielo,
una nube en el pecho de la Luna
granizada en el vientre de una gélida duna,
artesana del hielo.

Verás pasar un largo verano entre dos soles,
tus ojos soñarán el débil espejismo
del fuego que difunde sus charoles
entre la claridad y el hondo abismo.

Serás amada como deseaste,
con ese afán exacto,
con la vista, el oído, el suave tacto,
el verso que envejece sin desgaste.

Tú preferiste el fuego a la cordura,
antepusiste el Arte al juicioso tormento,
la poesía al buen comportamiento,
el amor al amor que no tortura.

Cuánta belleza esconde
la mariposa que en tus ojos vuela,
que solo ante el fulgor del Sol responde,
aunque la luz le duela.

Verás pasar los días
unidos entre sí por una soga:
es la vida, que ahoga,
apenas una suma de lentas agonías.

Emilie, por tu nombre irán pasando
el desfile del tiempo, la procesión del luto,
la vida, que es el cómo, el dónde, el cuándo,
la muerte, que es el tiempo que va dando su fruto.

El tiempo es el estilo de la nada,
la forma depurada, el trago amargo,
la mano que ejecuta el decisivo embargo,
tu mano delicada.


Seguidores