De lesa poesía,
he cometido un crimen imperfecto,
pues he nombrado gris a la melancolía,
porque el azul del mar no me salía
y el rojo me salía rojo abyecto.
Y yo que la quería
vestir de arco iris insurrecto,
de primavera suelta, y fenecía
por darle corazón y luz del día
y darle la medida completa de mi afecto.
De ilesa madrugada,
venía de robarle un beso al viento helado,
cuando asaltó mi mente ensimismada
un amargo y vandálico tornado.
Desenvainé la nada
que nunca llevo al pérfido costado
y el color de mi voz cayó en picado
en el vacío de mi voz callada.
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