relatos, apuntes literarios...

martes, 24 de marzo de 2015

ahora tú


Está lloviendo ahora, el agua quiebra la serenidad del gris. Tantas premoniciones
pero es la lluvia lo que surge como un deseo inútil, un ruego demasiado sencillo, sin ambición ni fuste.
En alguna parte, la lluvia lo es todo, el final de los dibujos animados, cuando cierra la puerta el autobús
y los héroes dejan su huella en el asfalto, su risa en el recuerdo.

Hay una lágrima que no se aparta de la tormenta porque pertenece al océano y no duda,
no busca tierra, sino espejo: quisiera ver tu rostro enmarcado en la sombra de la luna,
una noche más.

En la ciudad, las paredes han muerto y no hay remiendo, parche ni bandera negra. Qué nombre pintado
a toda prisa, trazo seguro, irreverente, curvas como hélices de plata. Es tu nombre en un círculo de espuma,
diferente a los éxitos del barrio; es la proclamación de tu reinado. Barre la lluvia la felicidad de tu belleza
que se transforma en cumbre, ramo de nieve alta, una belleza sin tregua,
triste como un beso desatado en silencio, dispuesto a sangrar por los ojos como una imagen.

Tu fuente lima de resonancia el aire; bases propias y una lengua de letras masticadas con dulzura,
lentamente. La sangre en las rodillas que apenas se dibujan, restauradas y firmes,
huesos en forma de materia gris, hermosos huesos finos como pómulos, tersos a la luz del alba que despierta.
Se trata de una música en tus labios que sube de volumen, permanece en la foto fija del universo oscuro,
este grupo local. Si la lluvia es el stardust en síntesis y en serio, esta broma del cielo enamorado de sí,
tan egocéntrico.

La existencia, en su conjunto, prevalece sobre la intensidad de los mensajes que auguran el desastre.
Este mundo es un vórtice, el delirio de un dios agigantado por la historia.

Y el poeta que aprende a no decir tu nombre, a no decir palabra, a conjurar promesas sobre otro libro blanco
y descifrar secretos en la frecuencia ideal de tu mirada. Cuánta verdad
se equilibra en tu boca, cuánta se divide en tu seno, enardece la delicada piel de tu mejilla,
profetiza la llama de tu cabello azul.




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