Explorar el eje infinito horizontal de la realidad, su infinito
eje temporal. Todo lo que acontece es una pesadilla que se repetirá.
Pensar que las cosas no existen
es agradable. El parque es un tamiz, suena roto
como el corazón de un mendigo. Por la piel del agua el viento silba una
barcarola, copia
de una metáfora intocable. Lo inexistente sube de precio porque todo el
mundo lo quiere. Y no lo hay.
No hay espejos sin mácula, no hay victoria, no hay un baño turco en el
baño del comedor social,
no hay un Cadillac Eldorado en la puerta del comedor social,
no hay un comedor social. Las mantas del albergue apestan a humedad y
moho restregado, parecen incautadas
al enemigo, parecen restos fúnebres de una batalla auténtica, epítome
veraz de la lucha de clases,
vértice probable de la revolución.
Jordan escucha a saltos: Leon Bridges canta a Lisa Sawyer, esa muchacha
de cabello limpio, esa belleza
sin nombre. En otra parte de este mundo que no existe (porque no se
contiene)
Lisa inicia el milagro de la supervivencia frente al ocaso de Nueva
Orleans, la maldición del agua.
Y la crítica ovaciona, se muestra unánime por una vez: ¡oh, un alma ha
nacido de la nada!
como la mayoría de las intuiciones. Pero el golpe duele sin preguntarle
a nadie, simplemente actúa sin remilgos,
no hace comedia ni le interesa el resultado. Jordan saluda con una
arisca
reverencia, Gris se da la vuelta y le ladra a la Luna, que parece ocupar
gran parte del eje horizontal yacente del universo observable.
Sendos paquetes de historias paralelas se entremezclan al oído, Chopin
está de saldo en el hipermercado,
domina una estantería absurda junto a unos relatos de Paul Auster. Las
rebajas
suman etiquetas y obtienen justicia. Alguien roba desodorante y loción
para después del afeitado,
lo que acaba esculpido en la aduana de dios (y dios tiene el aspecto de
Veronika Bozeman, es importante decirlo).
Resulta que, en paralelo a la historia, dios ha escrito una novela de
misterio
protagonizada por Veronika Bozeman,
que trata de resolver la desaparición del sistema solar.
que trata de resolver la desaparición del sistema solar.
Asegurar que algo es infinito y que no existe viene a ser
la misma cosa,
responde a la misma sacudida oficial, semejante estremecimiento
doloroso. La realidad es una forma cualquiera
de representar el oficio del vacío, hablar de ella es
dibujar una musa imprecisa en el cuaderno, hacer un cálculo borroso en
el papel de plata,
musicar el poema de un estadounidense con bigote.
Jordan saca la pluma, saca la piel, escribe alto como un mariscal del
cielo, fuerte como una roca siberiana;
sus palabras oprimen, ordeñan el futuro con las manos sucias de haber
besado, la frente
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