Se robotiza el Parque, se robotiza;
lo dicen los diagramas, lo cosifican y lo muestran
(des)dibujado y conforme. Así los pájaros irrumpen
como drones ambarinos,
desinflados de volumen aéreo, las moscas se
volatilizan entre vuelo y vuelo: es que están
programadas para la obsolescencia congénita. Dios ha
diseñado la naturaleza con poca inteligencia,
y los físicos de partículas lo saben.
El Parque es un lugar natural, obsoleto pues. Puedes
oír un recitado
semiautomático, murmuraciones sobre Keats, sobre
otros autores reciclables, puedes recrear una estoica calle
romana, puedes, incluso, saborear los placeres oscuros
de la muerte en un portal arruinado,
como un inmigrante ilegal.
Trances, espejismos, molestias inacabables de estar
vivo, gajes del desamor,
ese oficio a medias de no ser; si las metáforas aquí
no sirven de mucho, se desmigajan en sus probabilidades, su falsedad
proverbial. Encontrarás un camino donde dar una
patada al poema como si fuera una piedra,
fisgarás entre bastidores y reinos, kamikaze de los
sueños, so beautiful.
Porque la poesía. Se da un aire al Paraíso, no al
Parnaso, es un ente
vegetativo (además), confiere un aura, informa una
dimensión alternativa, no una dimensión matemática,
algo como el agujero torpe de Alicia, el
batiburrillo
surrealista de París, la monda simultánea de la
ciudad y la ciudad.
Delgados como lobos, los poetas superan el obstáculo
privado (es la necesidad), el tratado
marxista obligatorio; la coincidencia expresiva es
un obstáculo
público, en público se dirimen los versos con su
Jeremic incorporado y su galimatías procesal, profesoral, uniforme y
¡unánime! como un alma que son todas las almas, que
es un coro de querubines monacales
y es una humanidad desenterrada.
Ahora viene el entierro de la realidad. El Parque es
una tumba real y fotogénica, nada más
que un verde prado, el campo que ya no se resiste a
aparecer con toda su forma y sin camuflaje,
sometido a un alba que se dulcifica en el instante
en que apura el horizonte y comienza a contar los segundos
que le restan para morir de pie.
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