Montada en el poema con
el viento de cara, amontonando
recuerdos para el
repertorio y la falsificación. Los recuerdos son parte de la conciencia,
pero son parte de una
conciencia colectiva, pertenecen al mundo como al individuo. Compartir
un recuerdo es algo tan
corriente como paranormal, porque toda memoria se construye.
Montada en el poema en
su forma automovilística y veloz, Destiny®, ese ser de luz,
es decir, ajeno a la realidad
(o al universo). Atentos. Carne fresca por la Avenida, su matrícula
es N0S4A2 . Es una broma, pero la bestia coopera
con el destino escondida
tras los arbustos o participando en la carrera del siglo (sigue teniendo mal
genio,
que es una forma de
genio al fin y al cabo).
Se amontonan los
recuerdos, los insectos, las insinuaciones. Todo
venido a menos, vendido
al último postor, a un impostor, mal vendido a un fondo buitre
radicado en cierto nido
de víboras, a cierta gran
altura, sometido a la
molesta, módica incertidumbre de los inversores.
Montadas en la proa del
poema, como en un tanque; las chicas son tanquistas
invencibles, van
equipadas con prismáticos y chalecos amarillos, llevan bombas metafóricas,
espejos
de una sola inspiración.
El humo que despiden por la boca es el mismo que deja la metralla, la fresca
purpurina de sus labios es
del mismo metal que hay en la sangre; vuelan
con el viento, sobre los
árboles y las miradas, son tan de aire
como el beso de la
soledad.
Oh, ser de luz ajeno al
mundo, Ángel tú coronada de semillas; si el cielo es la conmoción
de tanto cielo (solo
aporta un tamaño gigante). La felicidad, la velocidad, el golpeteo
incesante de la
naturaleza amarga, ese talante musical que el vértigo
dispone y robustece;
pues la memoria de la noche
es un fundido en negro
que corresponde al ojo vago de la historia
y la brusca ceguera de
la aurora.
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ResponderEliminarUn saludo
ResponderEliminarNos-four-A-two