Alrededor de la noche
el tiempo se descuelga, manos de luz. Toda la galaxia converge
en un punto de luz,
diez puntos de luz.
criba las gotas del arpa. Alrededor del tiempo, se
arrugan
las fronteras, ascienden palacios,
casas bajas, chimeneas y tejas, tejas y chimeneas, ruedas
de humo y polvo en rotación.
extendidas, como vallas urgentes, muros con agujeros de
bala como paredones encalados;
hay sombras atenuadas, extenuantes, apenas navegables, redondas
pero en un sentido
práctico, como pintadas por la mano del estro, dibujadas
al raso sobre una tela blanca,
una mente en blanco, calcadas de una carta devuelta a su
remitente una vida después.
un crepúsculo arriesgado, una frase tras otra, la moral
perfeccionista de la historia maquinando su vendetta,
relatos y confidencias personales, la intrahistoria
investigándose de cara a la pared
con las piernas abiertas, torturando al olvido con
lágrimas de fuego.
Maldita sea la gente que se arremolina frente a la puerta
del bar desprecintado; malditos sean
los niños, sus juguetes y sus juegos reunidos, malditas
las parejas que discuten acaloradamente,
los perros que hacen sus cosas en nombre de un espasmo
moral.
es un fondo de escritorio de confusa simetría. Seudorreferencial,
microconfesional,
casi poético; el orgullo de la página en blanco que solo
admite sangre
en oleadas, en trazos como labios o colas de caballo.
y su dulce matrimonio, su falso aprendizaje. Y todo forma
parte de la leve tonelada que aterriza,
todo es un punto de luz, es amor y puede definirse con sus
propias palabras, y puede describirse con una sola
letra, puede tomarse en vano sin miedo porque
es solo el universo
que florece.
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