El río de formato extraterrestre; el tiempo que no tiene sentido. No hay
palabras para comprender la necesidad del tiempo. Alienígenas junto al río
de color cereza,
de color marrón (es por una mina personal). Personas
inconscientes haciendo de las suyas cerca de una estrella lejana.
catastróficos, un ritmo sonsacado a la deriva. Manipular el mundo a
través de un sueño
intemporal: recorrer la escala del espacio en do-re-mi-fa-sol..
(3,2,1...). Tomando conciencia de un átomo primordial,
aclimatándose a priori a sorbos de futuro imperfecto.
Donde fueres...
ojo avizor, atesorando como poetas en racha.
una inclinación a la ventura. Ah, se destrona. Ve pasar un tren tras otro
(ese efecto doppler) esa concomitancia. Ve
llegar el día y, sin embargo, prefigura un hogar sin límites.
cualquiera, un río de color amarillo profundo, una montaña violeta
helada; gente tan de fuera
como Laura, tan desarrimada, dentro del extremo final de las distancias y
el protocolo de la integridad.
Desintegrándose en minúsculas heridas
frías como mañanas de domingo.
ya; ahora ocupa un territorio vasto y deslavado, esta península de fuego.
La noche es
novedad, es un destacamento de luminosa infamia, inútil. Sirva una biografía
íntima de la noche
impensable de otro mundo, un planeta
frondoso, hecho de atmósfera y velocidad, densidad y grado, whisky y
derivados
del cáñamo, madreselva, orgullo y dados teledirigidos, trucados en serie
con una tecnología avanzada
y un punto de ferocidad.
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