Amanece
un sueño fraterno
perdido
entre los días rotos de la improvisación. No vemos manera. La lección qué difícil
de aprender,
sujeta
a un inmisericorde abanico de rótulos y verticalidades ―alguna propensión a la
dejadez,
algún
esquivo centro.
americano,
toda su ecuanimidad austral y su epitafio que (se) nos vierte, vertido
sobre
el alma de la Historia.
un
producto en el supermercado, ha sido aislado (es cierto) por un regimiento de
filólogos
cabreados
que toleran a duras penas el hermanamiento con la poesía francesa, el vértigo
de la traducción,
doble
ración de versos predicados en silencio.
pasadizos,
sus viajes al extranjero, su contrainteligencia. Conforme a la localización de
exteriores donde haya:
abejas en su lugar de trabajo
hierba artificial
tocados
con gorros de lana (y por la mano de dios), oscuros sus ojos negros
en
la noche y luego vistos para la eternidad.
satisface
varias cuestiones lógicas, presupuestos y recorridos en autobús por una línea
caliente;
será
porque siempre lo llevamos a cuestas
dickinsoneando
sus ojos muertos entre todas las combinaciones
posibles
del cielo que será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario