Las guerras han deshabitado el Parque, las vías
son vías muertas, pero los árboles han desarrollado defensas
antiaéreas, los pájaros disparan rimas internas de repetición. De pronto,
South Presa
se corresponde con alguna misteriosa senda por la que son evacuados
los heridos.
altamente melanizados, las pupilas dilatadas, tarareando un éxito de Karsh
Kale,
restos de una balada interesante.
versos que aluden a la radicalidad estropeando
el karma de la noche, cuestionando la necesidad de un Ángel de la Guarda:
(dicen que) no
existe el paraíso.
chicas listas con los dados en la mano izquierda y el truco en la derecha,
un extracto
de remordimiento o de pureza, el latigazo justo en la sien donde mejor se
recuerdan las escenas de pánico.
urgentes, milagros a la orden del día, sobreimpresionados e impresionantes,
implorantes
como el humo que gatea dando pábulo al orbe de la física. Laura también,
escalonada su melena
rubia, su estratosfera habitada por una cuerda de jilgueros
veniales, sus ojos
atravesando la distancia como dardos angélicos,
palabras de cuatro letras extraídas de una idea absorbente, líneas curvas
unidas por el oscuro hábito de la gravedad.
'Mujer volando con vestido azul' (Rob Browning) |
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