Todo lo que necesitas es
Friday Black. Un viernes para cada semana, intercambiable, un mostrador
donde depositar tu sueldo ―tus sueños―, un aparato al que arrimar la visa
inocente, algo en regla
como un papel cuadriculado o el cable de la luz.
indecisa por tus arterias tóxicas; hay un circuito cerrado de cosmovisión
que recorre el universo
con un flash intensivo, registra el contoneo espabilado de las córneas,
el régimen
oblicuo de las inclinaciones.
desarrollando una melodía sostenible. Está la gran literatura que te
concierne, las autoras que desconoces,
las páginas en blanco al principio de cada obra con sus dedicatorias y
sus frases
conmiserativas de autoayuda
y autocontrol.
del bucle, ¡hazlo! Este viernes tienes que reconducir tus inversiones,
tus enfermedades, debes
anticiparte a la soledad y adquirir un aura
casual.
hacerse la interesante detrás de un cristal antibalas, darte
suerte de una vez.
benéfico ―ha construido un cercado que contiene el campo y contiene
el mundo; hace tiempo que las sesiones del psicoanalista acaban en una
epifanía. Que la pantalla
te refresca las ideas pero no te ofrece una tregua, sino un bis
titulado "Los Mejores Momentos del Día de Mañana".
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