relatos, apuntes literarios...

martes, 15 de octubre de 2013

sola


Como siempre, sola. Desde su atalaya y magnífica altura, vecina de la luz
suicida que eternamente reinicia su caída, que sobre la paz del mundo se derrumba
con mudo estrépito. Desde su forma líquida, encima de cualquier sombra
nacida para tanto, nacida para el llanto y la sorpresa, creada en un minuto delicioso
y muerta a través de los siglos.

Desde la soledad que atañe a su hermosura
concentrada en un átomo variable, protegida por el dolor agudo de la infancia,
o por la levedad gloriosa que sucede al entusiasmo y no es bastante
para cerrar los ojos de una vez y contemplar el vértigo que siente el corazón
a cada paso, cada espeso latido como un golpe de sangre,
cada latido seco, redundante como una campanada, o un grito.

Desde su otoño ingrávido lleno de historias que solicitan un triste final,
abarrotado de bocas sin labios que besar a tiempo, llena solo de fuego,
presa en el aire, presa de todo un cuerpo, habitada por un millón de nombres
invisibles al tacto.

Desde la fantasía enferma que parece soñar con algo grande y pronto aprende
a distinguir el pálpito que sirve a una idea corriente de aquel que acompaña
al insaciable amor que anida en la conciencia, como siempre, sola,
arrebatada a qué ciudad aérea, testigo de quién sabe qué lejanas acciones,
qué vidas nuestras, qué imágenes turbias de la realidad más eficiente,
de la luz más distante y menos rápida, más oscura, eclipsada por rascacielos de humo.

Desde la plenitud frutal de su colmena, la majestad de su cabello, su frente de algodón,
abriéndose camino entre la bruma que resopla, ligera para el brazo del viento,
en permanente ascenso, ave nocturna, estrella consagrada a su infinita ausencia,
su flor de espuma jamás besada por un alma militante, jamás reunida
en un solo esfuerzo de la boca, nunca vista hacia esa longitud de la palabra.

Desde aquel horizonte completo que abarca más de un sol
y no contempla otra fatalidad que su propia extensión abandonada,
hasta la misma página siguiente, esta página en blanco que solo resucita para ella.


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