Hacia una pequeña victoria, una pequeña bandera.
El poeta que fue comunista abre los ojos al amor. Quiere
un leninismo sin Lenin y sin las ideas de Lenin,
otro marxismo sin Marx. Lee a Grossman y a Carrère,
dos formas de resistencia.
De Carrère le disgustan las generalizaciones del turista
accidental. Grossman le convence por completo.
Creer en el amor en estos tiempos de rabia y desconcierto
es una escapatoria. El amor no se presenta
con una sonrisa, no llama a la puerta con los brazos
abiertos (no sabe besar). El poeta escribe en un idioma sin besos.
Los besos lo ponen todo perdido, tan húmedos e
irrepetibles. El verso es una parcela de secano
donde el sol arrecia, aunque puede llover. El Arte, sin
embargo, admite el viento ártico, otro clima, una serenidad
por encima de las inclemencias del tiempo o sus favores. El verso es un producto ecuatorial...
A veces es la cabina del ascensor cuando se va
la luz y se ha parado entre dos pisos altos. O puede ser el campo
que sube a la montaña salpicado de justas margaritas,
porticado de nubes.
El poeta cree que el amor está en la música más
linda.
Keny ha conseguido una música perfecta para sus labios
tímidos, una muestra de su regular filantropía.
Ha puesto color entre su nombre y el mundo. La distancia
es un arroyo, un arrullo que se ha de salvar sin egoísmo,
con valentía y, a ser posible, con delicadeza. El salto
es pura coincidencia, pura mecha de la libertad: una ilusión
fuera de serie. Pero hay que saltar.
Algunos pontifican desde todos los ángulos, elevan un
hormiguero de ideas salteadas.
Se sabe que la coherencia es una enfermedad mental, el
ser humano es hijo de la contradicción, no obstante,
se precisa sensatez para resultar atractivo, una cierta
constancia en la utopía es necesaria hoy.
Si han fracasado los dioses, hoy el mundo necesita instrucción y cultura: Ideología.
La compasión se merece un puesto en los altares. El amor
es ideología de primera mano, asequible y constante.
El Arte, que es un arma contra la ignorancia, debe ser un
arma contra la pobreza. Cuando Keny toma la palabra
se hace la luz en los corazones, vuelan los ángeles hasta
su espacio literario, los apóstoles hacen promesas de rehabilitación
y los profetas reconocen su intuición fantástica y
revisitan sus películas de culto con la mente abierta a la realidad.
Se hace la luz y el aire vibra, ella vibra, su pañuelo de
colores amanece como un relámpago de agosto,
un aroma vernal se introduce en las casas y los
trabajadores consienten su tarea bajo una nueva perspectiva,
marchan a otro ritmo camino de la fábrica. Los
automóviles pueden morir de éxito. Los versos pueden aprenderse
como himnos y recitarse en silencio. El socialismo no
tiene razón, tiene razón el alma inocente que no posee
ni una piedra, ni una sola cosa, que siempre es la más
bella y solo aspira a la misericordia.
Ella es tan hermosa y tan real que muestra la verdad en el mágico espejo de su alma.
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