Una banda toca lo irreal de la música,
la parte comercial
se hace a un lado. Los dedos
arrítmicos tachonan las teclas, remachan el solfeo con potencia.
Todo bulle. La muchacha no es AZ pero
rapea con parecido esfuerzo, sin duelo,
sin sueldo, a morir en la estructura.
Como a bailar un vals diferente
hecho a la medida de las ruedas.
Aquí el poema se frota sus paneles
contra la pared morada pensando en un estado
crítico. La crítica ha reinsertado a
varios poetas en la sociedad a base de chutar por toda la escuadra
contra esa literatura tan floja, lacra
que flojea y se arma en el acto como un mueble de Ikea, como un tropo.
La banda explota, la chica recita. El
público está de suerte;
en la fecha indicada, fulguran los
planetas y el sol se derrite apercibido. Nadie ileso, golpes por todos lados,
tiroteadas las almas, las piernas,
heridos los oídos y los odios, los vasos de ginebra como vasos sanguíneos.
En alguna parte, un corazón que no
respira, ahí solo.
AZ o Claire, ¿de quién es el maldito corazón?
Es injusto encontrar una respuesta
a su latido, pues debe ser que late en
un raro francés o se hace el sordo.
El día se perdura y se perfuma, sabe a
rabia. El cuore estabilizado, derribado como un caza en la batalla de Midway,
aislado en la selva. Hay palabras que
rompen sensaciones.
En el cine, ella sestea, se le cierran
los ojos con la banda sonora. Alguien ha soñado un cuerpo
dulce alzado en brazos del ballet y el
aire. Ráfagas de hip-hop alcanzan paredones, tapias de cementerio,
rebotan en el mármol de las lápidas
juntas, hieren soldados desconocidos. En la gran pantalla,
la chica no es huérfana ni se ha
perdido el momento álgido
y más nítido al salir el sol.
La educación de un artista pasa por
una buena sesión continua de The Firm,
Nas en estado puro y antes de su
transformación (en segundo lugar, dando la matraca, bases de Apollo Brown).
Aquí las rimas se enternecen porque
hace falta un sello tranquilizador.
Sobre el estrado, recita; en la barra
se burlan los espectadores cultos que han leído a ese tipo esencial,
a esa tía enferma que se suicidó en la
flor. Algunos han leído a tantos suicidas que se saben las flores de memoria.
El hielo tintinea y crea un sonido
frágil siendo cálido. El nombre siempre es lo de menos,
podría se AZ, o Claire.
Pero K también sobrelleva un corazón a
todas horas, un corazón libre como un campo de minas, rojo como el pecado.
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