Dicen que viene el Soul, sombra de lo
que era. Trepa por una sombra
y se contagia de todos los azules. Por
la mañana es bueno sentir la generosidad del aire, su radiación
en sintonía con el ánimo global,
recapitular y hacerse a la extrañeza,
puntuar los árboles que fraguan la
tibieza del parque, hacerse a la soledad de un libro.
Keny ha traído un ritmo, un rebaño.
Las manos sucias porque hay que ensuciarse la manos
con un rayo de sangre. A veces, con un
ramo de sangre se logra desahuciar el miedo. El ritmo es válido,
valiente, no teme a los espasmos de la
noche, las olas del océano gigante. Mara y KRIT ya han volado en su cadillac
temblando de futuro. La chica del
pañuelo se estremece por alguna parte, primero las pestañas, luego el flow.
La curiosidad asume la desgracia, el
ojo en la cerradura es un punto de mira. Por un lado
la música concierne, el concierto se
esmera, la banda es una doble media luna que sonríe al espejo.
Toda la lluvia que cae va a parar al
corazón más dulce de la tierra, que luego sangra a la velocidad del trueno,
llora a la velocidad del alma, grita y
escupe su nostalgia brava, esculpe su misterio. Janelle ha despertado
de un sueño lisérgico: se le ha
olvidado bailar, cómo se baila, dónde está el arte
que derraman los ojos por la arena, el
viento enganchado al carrusel de caballitos gitanos.
Keny ha fabricado una ración de sol
para soltarla por la playa en la ciudad. Bajo la superficie, ha tallado
un busto blando que recuerda al Amor,
podría ser su amor. Incluso. Y es fácil recordarlo como un cuento
de apretado final, que acaba en un
soplido, un desencuentro, un beso en la mejilla de la rosa equivocada.
Pero el Soul ha buscado sus notas en
el vertedero, cruzado los neumáticos y pedido permiso a los cuervos,
siempre rígidos. La voluntad se abre
camino entre las obras, una escalera mecánica
que no llega hasta el cielo. El deseo
suena bien, suena un metro más allá del funk, sus líneas reverdecen
como brotes de algodón, arden a gran altura,
volcanes en la pequeña Nube, átomos en barrena
entrando en el delirio de Andrómeda,
su despiadada fuga.
Listen to the Vibe. El contacto no
surge con la mera intromisión del cuerpo,
el puro choque, la metralla vocal, algún
abrazo desgajado de la hipocresía. Hueco soplando el fuelle,
arcos máximos, cuerdas agachadas en
sus músculos. La belleza tuerta y sicodélica
de la religión: qué amarga medicina.
Ecos de una buena jornada en el campo, lejos de la policía y su edad de piedra.
Dicen que viene con su cama plegable
el Soul de las aceras destapándole caras a la Luna. Y Keny de visita
en el espacio viendo pasar carros de
fuego. Sea como una reina o una diosa cansada, su bello rostro
diluido en la gravedad de la noche,
sus manos firmes en un micrófono de oro y nieve sideral.
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