relatos, apuntes literarios...

domingo, 6 de septiembre de 2015

el trabajo (y el mar)


Hay un nuevo nombre en la ciudad, despintado,
deletreado a una letra por calle cerca del jardín romántico. Es un nombre que ha sido crucificado
en alguna faz del mundo. Los chicos pasan fumando y el humo corta una letra,
pasan los días y el sol corta una letra, y pasa. El nombre se mueve,
se muere y resucita una y otra vez, cada vez.

Los niños gritan y es desagradable. La música frecuenta un antro
regular que parece hecho para ella. Todo es más rápido: el fraseo, el regateo
entre tahúres y vírgenes. La batería, impostada, es un tipo pegado al micrófono. Un gas nervioso
que hace reír a los perros abandona el suelo del local para reunirse con dios. Las damas
muestran su generoso escote y sus piernas
metafísicas en pleno apogeo.

Esta promesa impenetrable. El trabajo consiste en golpear el yunque con las manos,
el trabajo consiste en darse cuenta. Los ojos del peor policía del barrio andan fijos de un tiempo a esta parte
en una imagen líquida, trazan runas elegantes y formidables cruces de veneno; es el que desenfunda
sin contemplaciones, el que mata. Por eso los chavales escupen a su espalda
y las chicas mastican LSD fuera del parque. Es porque todo es ácido en este húmedo local, clama la liturgia.
El sacerdote blanco que ha aprendido a jugar básquet en las ruinas del templo
ahora patrocina un equipo de salón.

Ella podría haber nacido aquí mismo entre tinieblas y juergas de vinilo, luces tenues
y volúmenes de rosa, tablas con clavos y alcohol de quemar explicaciones. Podría haber
silbado una canción mientras la nieve saltaba del espacio exterior airosamente. Y su voz
habría retumbado en los garajes, por aquellas estructuras de acero abandonadas, casas a medio hacer, recién
hurtadas al destino de los príncipes.

Su máscara completa incluye un deseo al fin y al cabo, incluye un verso de muchas páginas delante
del ancho bar con su barra de oro, sus lingotes de ginebra. Es un neón en libertad condicional,
dicho así como una blasfemia inocente; la locura de los arquitectos puesta en venta,
valorada por un perito en nubes de vapor.

Es preciso correr, urgente a pesar del nombre que planea sobre el techo de los trenes.
Estrellarlo siquiera contra el primer espejo dará una melodía larga como un sueño de verano,
no encontrará consuelo en ningún alma. Ha salido de casa igual que otras mañanas y va de boca en boca,
flecha de vigoroso aliento, su eco funde la plata y funde el mar.




2 comentarios:

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  2. Muchas gracias, Maribel, guapa, es muy chulo el elefante ;)

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