Toda visión del Paraíso debe estar
acompañada de signos.
'Los
papeles de Puttermesser' (Cynthia Ozick)
El concepto es:
dar siete vueltas (al mundo en un
pedazo de arcilla); construir un golem,
una golem delicada que no crezca
demasiado,
y alcanzar la gloria. La fama y el
deterioro consecuente.
Llegar a la alcaldía de las letras,
toda la hispanidad en un retruécano, cambio de paradigma. El tamiz,
afuera. Nada de filtros, solo un Plan
maestro y concienzudo.
Empezar por la verdad e ir
descendiendo hacia el calor de la miseria,
peldaño a peldaño, cuerda a cuerda
(sin caer en el kitsch). Desmerecer
cualquier premio literario, molido, específico
y con foulard, pero ramplón, aunque
así se lo juren
con voz poética los interesados: ¡qué foulard elegante más discreto!
La golem que no coma mucho y no
engorde hasta reventar las costuras,
más que otra cosa por no gastar tanto
en ropa (de momento), las túnicas son elocuentes
en esas circunstancias, funcionan como
sayos eficaces y proporcionan
un camuflaje exacto para el Ser.
Luego, la conquista de las editoriales
y el mundo editorial pasando por encima de la crítica
a la Jeremić, retozando en la probidad de la benefacción. Una
palabra
gratis o
un grajo muerto y escarchado. El Plan no dice el Poema
textualmente,
verso a verso, lo insinúa apenas, lo motiva, ofrece su toque personal, su solo
de batería de jazz
pensando
en ella. Ella que no ha sido construida sino en el pensamiento,
entre
neuronas activas y cadáveres históricos.
Ella,
pues, compuesta en un francés culto y colosal a la medida de los salones de las
Tullerías,
las
cultas arañas de la Galería de la Paz. Un cromosoma heroico,
un gen
parpadeante. La belleza en el libro, compulsada por el Ser en toda la antigüedad
de su propuesta,
lacrada -se
dice- y floreciente, fosforescente como un liquen,
como la
piel mudable de la hierba.
Una
poesía pasada por el aula, desmontada a mordiscos
y vuelta
a montar a tropezones. Reciclable como un beso, en esa misma onda suburbana;
la
tranquilidad de un paseo por el parque de la mano del aire hacia una espesura
femenina.
El poema dorado en la sartén, vuelta y vuelta, que es un infierno maquetado
y
aceitoso, pero auténtico, pero ausente, pero bien.
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