Frente
al anfiteatro, la ruina de otros cuerpos. La dicción perfecta se alzaba
en
remolinos de angustia, datos combustibles, y el coro ovacionaba hasta la náusea
las intervenciones
sucesivas
del DJ y su cohorte lúdica. Dentro del sueño… Y algunos salían a la calle
de
cualquier forma, sin zapatos, sin camisa y sin desayunar, con lo primero que hallaban
tirado por ahí: un chaleco salvavidas,
una
gorra vieja de los Lakers.
Tantos
fantasmas observando por la rendija, el ojo obsceno de la cerradura. En la
pantalla gigante
retransmitiéndose
el evento a un número indeterminado de hogares en malas condiciones de
habitabilidad, abonados
a la
pobreza energética, éticamente horizontales, es decir, sin horizonte vital.
Jordan terminaba
ahogando un grito y el mundo respetaba su desfase
notable.
Se acercaban a ella los desposeídos, tullidos, enfermos del corazón y la
sangre,
aturdidos
por la política sanitaria, esa apoteosis del azar,
con sus
listas modélicas abultadas de enfermedades sin cobertura, sus tarifas
hospitalarias de cinco estrellas
y sus
menús de régimen inflados como hipótesis. Niños adulterados incapaces de
apartar la vista de los anuncios
luminosos.
Personas sin problemas de conciencia.
La
distracción del parque era una obra semiautomática: tragedia en diversos actos
interpretada
por androides de esmerada figura y animales confiados con alto coeficiente
intelectual.
Trataba
del Amor en un espacio restringido, amor aminorado, cuadriculado,
sometido
a una comprensión atroz. Amor escayolado, con la mecánica cuántica pisándole
los talones
a través
de varias dimensiones sin tamaño aparente.
Las
chicas la llamaban, ¡Jordan! Y ella aparecía con su varita mágica que en
realidad
era un
revólver cargado de razones. Ayudar, Amar, descongelar miseria envasada al
vacío e imaginar rodajas de merluza.
Ayunar
cada tres días, luego cada dos: el breve simulacro de la libertad. Clases
de
economía, clases sociales, esa clase de conocimiento. La música dejándose caer
como una
pelota de golf y lo siguiente: nubes lisas a plomo sobre el alma como en el día
de la independencia.
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