Ella
había estudiado en la Facultad de las Cosas Inútiles. Allí aprendió.
A
realizar un plano artístico de las situaciones,
a
movilizarse en plena crisis. Su delicado cuerpo era entonces un terminal de
nervios demasiado sensibles,
un pozo
con estruendo. Aprendió a callar y a mostrarse indecisa de puertas
para
adentro, a componer una estampa y a esquivar los dedos
largos
de la felicidad.
Entre
todas las ciudades -incluida San Antonio-, entre todos los lugares, los
barrios, las avenidas -incluida South Presa
en San
Antonio- fue a parar a otra casi desierta en otra parte. Dejó
atrás la
memoria de los días atrapados en cápsulas de engaño, las diferentes celdas de
castigo
ordenadas
de mayor a menor rango. Algo de amor inesperado.
Algo de
fe. Una ficción defectuosa, exigua,
que
rimaba con el latido de su corazón o con el vuelo de un águila
real;
también el eco mínimo de la confirmación, el desenlace previsto por los torpes
oráculos
o el
mago de la televisión por cable.
Estudió
la historia de los damnificados -un término piadoso- por la intrusión
cibernética, los últimos enfermos.
Ahora,
Jordan deambula en círculos cada vez más específicos
en torno
al centro cambiante, casi rectangular del parque. El parque donde varias
ciudades esconden
rascacielos
y plazas infinitas, hectáreas de aparatosos comercios,
cabinas
especiales para vender el alma después de haber rezado -¡reza lo que sepas!-.
Un Caribe
incesante
hasta el cielo de palmeras victorianas, únicos candelabros,
mocasines
y cosas de comer.
Roedores
gigantes, intrusos penetrando por la ventana del sueño. El sueño agobiante y
sin entorno
de la
gloria y su nula garantía. Ella en su lecho de rosas, puesto en práctica su
pensamiento oscuro;
un arma
pedida por correo, y el cartero que siempre pasa sin llamar a la puerta.
Es un
arte. No querer morirse es un concepto madurado al sol inapelable, diseñado en
una caverna de lujo.
El
desayuno es para Gris, el hambre para ella. Solo los dibujos
animados
en su mente conspiran para declarar la paz. Hay un estado de excepción en el
ambiente,
una
guerra menguante que no desaparece aunque los ángeles sostengan lo contrario
y no
disparen ya sus cañones de espuma.
*’La Facultad de las Cosas Inútiles’ es el título
de una novela de Yuri Dombrovski.
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