relatos, apuntes literarios...

viernes, 4 de marzo de 2016

dibujos animados


Quizás cuando amanezca alguien saldrá de casa con un ramo de rosas
frías. Se trataba de un sueño por la calle ancha, esa calle tan cerca sin aceras reales, amplio espacio para los autos
y la piel, tal vez un gato de la factoría –dibujos animados. Pero ella lleva su rosa en la mano, su flor
dantesca, el cáliz. Apura otro poema divertida del todo: ellos hacen y ella
obra. Su pequeña luz es miel, rama en los oídos. Qué ángel suicida la acompaña y se muere,
se mueve entre los trapos y los árboles, las hojas que hablan, forman
jeroglíficos, avisan de la lluvia o el azar.

La guitarra frota la espina del aire, las ruedas se deslizan, trasladan gente
hermosa. Jordan no ha perdido la fe, escucha el traqueteo de las maquiladoras, la inflexible duración
de la miseria. Luego, crea una ilusión pacífica; un débil contoneo del lenguaje
asegura la fiabilidad del eco, su tierna ecología. En la caverna la tierra quiere arder,
los espejos dan una impresión de libertad.

Cuando su imagen empezó a transformarse en un tiempo feliz, un segundo agonizante. Y la rosa fingía
la emoción de los poetas, ahondaba en su desánimo con ejemplaridad,
tenía una voz. El deseo, la esperanza de no destruir
ni destruirse. Pintar el muro o derribarlo: el arte no tiene la respuesta.

A Jordan también le flaquean las piernas, tiembla como una poesía de verdad. Luce sus aros de color de luna,
su vestido cobalto. Cambia de país por las aceras del parque. ¡Qué maravilla!
La fuente no está sola (el libro permanece en el banco, llega un niño, es para él).
Cuánto trabajo que no hay, llamas en los ojos, un puño que se cierra, y otro. La historia se derrite entre los años,
no ofrece un desenlace coherente, sigue sin ofrecer un relato
verosímil, un risco universal desde el que otear los planos del futuro.

Aquí este andamio venerable, esta nación de lobos orgullosa de nada que construye en el fondo,
quema la superficie. Un rascacielos y en la cima la rosa, acerada, acelerando en su caída, un mundo en su cilindro
racheado a merced del granizo. No se puede amar fuera del cuento, hace frío
y los relámpagos acechan la longitud de la belleza. Desisten los besos de su raíz hipnótica; el milagro
es el baile, donde nadie te pisa los talones y ningún reflejo es para siempre.




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