Plausible.
Alijar el otoño en espera de un verso
que dé
nombre al destino. Huir en la estela de una nueva base
ya fosilizada,
un muro de silencio golpeado por la armónica de la musa de Chelsea. Los olivos
que estuvieron ahí,
viejos
troncos encadenados al ceño del paisaje. Hubo un tiempo en que la tierra ardía
sobre los cadáveres,
y había agua
corriente, ríos libres que fluían como héroes
de una
nación enferma. Trigo y pan. Y había una palabra para cada presencia, un
espacio en blanco para cada matiz.
Los
acontecimiento se sitúan por encima de la idea, son tan frustrantes como
hélices
en el
jardín, barro en las alfombras, una espinilla en la nariz del baile. Jordan
sabe lo que es hacer un plan
secreto
inolvidable y olvidarse de él a fuerza de nostalgia,
serios inconvenientes;
es la enemistad de lo real
que
amenaza y rubrica sus desplantes, asume un fin de siglo por segundo, la
desilusión instantánea del ayer.
Hay un
futuro neutro que no significa nada para ella, en el que apenas arrebata
corazones,
que apenas linda con el destierro. Entonces los frutos maduran en sus ramas al
invariable ritmo
de la
luz y los pájaros asimilan la potencia de la noche y trinan
confiados.
Bajo ese encantamiento, los sucesos ocurren en su orden físico,
el
inocente rango de las cosas nuestras, la velocidad sedienta de los imponentes
coches fúnebres, la paz del arpa
que
seduce y remite a tanta altura como le es posible.
A tal
distancia, los besos imponen su fonética y Jordan finge una corrección de
estilo,
demasiado
pendiente de su arco, su gravedad entre las almas.
Suenan
el arpa, el metal; la chica india muestra sus ojos dobles, sus brazos
incansables, su boca
muerta
para el arte de tanto amenizar la primavera, de tanto concebir amaneceres presos
en su propia sombra,
originales
mil estrellas apagadas. El invierno se adorna con el marfil esparcido por el
campo de batalla,
parece
un ejército de hierba, un batallón de espuma,
pero es
aire y se concentra en una esquirla de felicidad. Pero es luz y se esconde
en la
raíz de un verso tozudamente pobre y casi humano.
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