Hay un tempo profano en el rezo de los astronautas;
la tierra se agiliza
de tan lejos, es una consumidora excéntrica.
En el parque infantil –que es una subcomisión del
parque con su comisario político al mando– los pioneros
(gorriones) de la primavera perciben el carácter
lineal de las conciencias, ese curso
legal del pensamiento. Madres que flojean
en el columpio desbrozan de cuchillas la rampa del
tobogán.
Pacificadores y gente joven de Florida, gente joven
y florida, extra-vagante. Con el hatillo al hombro
ya nadie va. Nadie fluctúa de esa manera
iconoclasta; el chico chapurrea un rápido rap antes del diluvio y las
monsergas.
La melodía estruja como una batidora de refrescos,
consiente la timidez del aria,
aplana y dan ganas de besar.
Un lote de hachís ha desembarcado en la sombra y de
inmediato ha sido porteado
al pico de la Torre (Eiffel), en lo más alto,
¿dónde si no? Donde los zahoríes no hallen subterfugio, ni sirva la geometría.
Ah, ese alijo te deja estupefacto. Y los fines de
semana hay que divertirse contra algo.
Al mando del parque infantil nuestro hombre de
confianza: un feminista. Pero ella
presiente todos los poemas, una estampida verbal;
se muestra concienzuda y analiza, sesga, torpedea
coplas y cuartetos prematuros, se muestra crítica y
acérrima, exprime un concepto mal asimilado, un dolor de dimensiones
principales. Propensa a tachar con bolígrafo rojo
la maestría del evangelista
sin soslayar un solo acento, ni la mínima ficción.
Cuerpos sin control poseen el centro de la calle,
tal vez recuerden el estreno de ayer. Otros pasean
rígidos como huérfanos a las tres de la tarde y sin
comer. El hambre es mágica, un sentimiento de paz que aliena
y puede matar, nada igual. La droga resume frases
en mal estado: facilidad de palabra. Las horas ruedan
por el fondo gris de los tejados y hasta el
silencio es mentira.
La muerte se demora, para mi gusto, dice el
último romántico; y las balas silban,
cortesía del puente y la trinchera. Izzy suena a
condición, en libertad condicional, como todos los genios;
se le ha roto la voz de tanto azar. Sus piernas
formulan probabilidades extremas,
rimas y metáforas mentales de un solo sentido. La
ingratitud del aire
es parte del contrato; detrás de aquella luz, está
la luz
temblando de color bajo la noche.
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