El parque es una escena con visos de realidad. El poema resbala
doce veces en cada palabra repetida, cada sucia palabra en vano repetida.
El DJ pasa bajo el arco con un enorme
magnetofón que suena a todo volumen y el arco de piedra pita como el
del aeropuerto,
pero aquí no hay policía de fronteras. Rap hasta que sangren los oídos
y las ventanas se cierren
de un golpazo, hasta que bailen los caimanes del ritmo y el ciego rule el
joint a la derecha del padre.
Es el amor lo que produce Ansia, un empacho de verdura que no parece
tanta primavera, de hierba
que no parece ser Real. Hay verdaderas pastillas para recuperar el
control y escribir en forma.
Auténticos cereales químicos.
Maestro –avanza el discípulo, por entrar en materia–, ¿cómo se hace un
poeta?
Y el maestro responde: perdiendo el tiempo.
Nada más.
á n g e l
De repente se cierran las ventanas que no hay; al aire, el ruido se muestra
reincidente
como una defunción infructuosa. Los niños espolvorean talco sobre el
nido,
pero es un polvo que reacciona mal, permite que las máquinas luzcan a
todo tren: bravo hip-hop. Antes de la cura milagrosa,
los pies descalzos se sacuden el polvo, que brilla como polvo de ángel
y realiza cabriolas
al vacío. La luz se ha colocado en una posición estimulante, directa
hacia el espejo, donde más duele el amor.
Se oye la felicidad que llega rizando el rizo por la avenida,
una nube intrusa cuenta 22 aviones hasta echarse a llover, tan
integrada en la red social. El agua se muere de sed;
si Lupita viniese con fiebre allá por el fondo, se acercase con un
vestido
amarillo poliédrico como variación sensacional, ¿no habría un regalo
para ella?
Dios se merece un regalo del hombre, la enfermedad más celosamente combinada,
resumen de la peste,
epítome del pensamiento débil: otro Calvario parecido al sueño de la
creación.
j o r d a n
Portazo, portazo. La moneda tintinea en la fuente porque desea caer bien.
Es de noche y te cierran la puerta;
si de noche te cierran una puerta y te ves en el fango literal,
doméstico, apocada de frío y de tiniebla. Si la comida
se enfría y entonces los besos se comunican en su dialecto distante y
no se dejan fingir.
Caricia. Se ha visto al poeta por ahí, perdiendo el tiempo sin escribir
un verso,
dejándose caer por las laderas, bajando cuestas empinadas,
disminuyendo.
Las bases se mueven por debajo del silencio; Gris tiene que oírlo (así
que se le mueven las patas en silencio). El humo
interviene como suele, es deseable. La versión del director
incluye un ave maría mascullado a capela por una banda del suburbio
que truca el juego de Shai, el propio
arte de la poesía. El arte es uno, y hay que encontrar
tiempo para él. ¡Oye, que algunos lo encuentran! Un regalo de
cumpleaños; y es como un año de color azul.