relatos, apuntes literarios...

viernes, 9 de diciembre de 2016

si te encuentras un dólar por la calle


No te encuentras a un ángel por la calle
(cada día). El día que Jordan encontró a su ángel nevaba entre las piernas
del futuro. Las palabras carraspeaban libres de santuario en biblioteca y las campanas
humillaban su decenio ante la fuerza bruta de la propiedad. ¡Qué confusión! Idealizando,
los árboles diríase que obraran en silencio para decir adiós, la luna
andaba huérfana de sangre.

Para ser un ángel tienes que haber nacido. Ella era uno de segunda clase (los más bellos),
necesitado aún de paciencia, proximidad y genio. Protestaban sus alas y su talón era hermoso, pero vulnerable;
su voz se erizaba como un piano de cola,
retenía el sentido de su lengua materna, ¡cómo gesticulaba su inocencia!

¡Ah!, mas ser cuerpo divino es tan terrible; poseer la permanencia y el deseo perfecto,
tropezar en las nubes y caer de bruces sobre el alma, dañarse
el uso frágil del olvido. Y llorar sin espanto.

Con la postrera melodía en la garganta abierta, los brazos en cruz para iniciar el vuelo, la sonrisa
sagrada viajando eternidades en el espacio que contiene un beso,
la distancia oculta entre labio y carne, a esa velocidad del pensamiento que no se reconoce. El ángel de dolorosa belleza
contemporizando como un maestro zen que balbucea y reprime su ascetismo
para endosar un acertijo imposible.

La canción no estaba muerta y volvía a su diafragma, su diapasón y su letra
tentadora, reiteraba las emociones del fantasma, desataba un seísmo en la memoria
del reino. Y Jordan prefería algo difícil, una ensoñación nada vulgar, un milagro de nácar:
¡que nevara en el aire y sin tocar la tierra la nieve descendiera hasta rizarse en una rosa profunda!

No te encuentras un dólar por la calle, ni un verso. La muerte continúa
buscando una salida, una solución ventajosa y los hombres aducen, zigzaguean, arden
en un magma de excusas y mentiras sonadas. Un ángel resulta un peso
demasiado precioso, demasiado creíble a estas alturas de la soledad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario