Estoy hecho de literatura; no soy nada más y no
puedo ser nada más
Franz Kafka
Jordan hecha de literatura. Tan kafkiana. Sus héroes trepan a los
árboles,
escuchimizados y débiles: ¿o acaso en el concierto no se sitúan siempre
entre las sombras,
lejos de la primera fila y su significación, y su relumbre?
El poeta no es (ningún) héroe, sino villano testimonial. El que escribe
a duras penas y se alegra cuando ve un trozo de pan.
Grandes añoranzas turban los sueños húmedos de la naturaleza: como el
volcán
que ignora su contenido, el parque se extiende en las tres dimensiones
espaciales y se detiene en el tiempo.
Pasan los días, trámite infeliz; es preciso resolver
tantos expedientes como sea posible (y a ello se consagra una fantasmagoría
de ociosos cibernautas).
Mujeres y hombres del futuro, dejad que el futuro se ocupe del arte.
Comunicádselo al mundo.
Sobre el reparto de las identidades, el género absoluto y la
personalidad. El poeta es aparte, se aparta
misántropo y, sin embargo, enamorado, solo y, pese a todo, triste.
Débil como un verso
mal aconsejado, fácil como el humo de los versos amables.
Jordan concebida en el pecado literario (su emancipación); emancipada
del lenguaje y su gruesa estrategia,
ninfa del coro, música en sus venas. De costa a costa, ella, forjada
para el caos en una caravana,
romántica como una rima en –love. Dispersa con su ejército de
frases (su error de estilo), su pandilla del barrio,
sus amigas del arte imponiendo esta sencilla tiranía.
En la soledad de un pequeño poema –el más exiguo de la faz– tan
kafkiano; oh, escrito en el sudor del locutorio,
bajo el peso de la vergüenza, la sobriedad forzosa que rinde la
miseria. Se acostumbra
a soñar con los extremos de una pesada soga, los remos de una barca atestada,
las olas que amanecen
atrincheradas en su abatimiento. Ella, en esta soledad iconográfica
–insoportablemente monográfica–, moviéndose
como una marioneta dotada de genio y reacciones humanas,
dotada de voz y pensamiento humano, realmente provista de posturas
humanas y fluidos.
Hecha de literatura y pena al por mayor, esculpida con cemento almado –ladrillos
de otra sustancia–,
formada en fases resonantes, hecha de cintas para el pelo,
formulada en silencio solo después de haber nacido para el sol de la
fortuna
y el falso nombre de la realidad.
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