¡Volad, volad, Mirta, Hacendosita y Besucona!
‘El cerco de la
iglesia de la Santa Salvación’
Goran Petrović
la hierba seca, la hierba moribunda, la hierba,
el humo, el árbol negro, la colmena entablillada (basta de la colmena
emperatriz)
y, tras una serie de calamidades,
la magna derrota.
Se empieza por el fracaso y es algo natural vérselas con el deporte de
perder, con la pérdida y las construcciones
podridas, el avechucho del mago, los lirones hambrientos con sus
dientes
diminutos, los topos mágicos y sus enviados especiales, murciélagos y
galgos depauperados,
jaurías de Bucarest, algún que otro cantante de góspel que apacigua a
las fieras
(salvo a Mason-Dixon Lane).
Jordan y su séquito de muchachas profundas surgen de las profundidades
del estanque
–que cubre varias brazas de intranquilidad y sueño–
acompañadas por un ángel taimadamente rubio, algunas mechas en el pelo sufrido
de tanto sangrar madrugadas
estables para el sindicato. Abejas picoteando sus nombres entre la
multitud de seres
dolientes, la trama finalista de las ilusiones.
Hay, por ende, una confusión de arquetipos, intentos, proyectos y
tensiones,
delitos de pensamiento, comisiones ocultas, crímenes
por un mundo mejor. Escaramuzas de la voluntad se suceden a pares,
interceden por sus planes de futuro
con una mano a la espalda.
Propósitos de vileza y enmiendas a la totalidad del firmamento. La
familia
gobierna donde ha empeorado la estrategia del mal, donde los cuadros
representan un doloroso
estado y la palabra enciende un cigarrillo de tabaco negro detrás de
otro, la picadura del odio.
Nadie sobrevive al incendio, de los árboles, ninguno sobrevive, ni
siquiera aquel que prestara sus ramas
bajas a la procreación del arte; ah, pero el parque se defiende, saca
las garras y se quita los zapatos azules,
fuma sin descanso y sin salida hasta que las nubes se endurecen de cierta
oscuridad
alquitranada y los pájaros abortan su peregrinaje, se estrellan
contra el reflejo del aire.
Que no te las encuentres pisando la arena fundente en la playa seca del
olvido, sucias y desmejoradas,
trabajadoras puras, islas en un océano de espejismos y tentativas de
fracaso.
Bellas como nunca las volverás a ver.
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