Escribir
un poema compacto sobre la pobreza,
pasar
una noche romántica en el cajero,
tener
la luna al alcance del vómito,
liarla
por ahí.
Bailar
bajo hojas puras,
fijarse
en las baldosas sin pisar la raya,
rayarse
con un canto,
andar
en círculos viciosos.
Sentir
la calle viva entre los dedos,
huir
montaña arriba por el panorama,
desorbitarse
como un ojo vago,
hilar
tan fino que no duela.
Beberse
el vino a sorbos de otras vidas,
cruzar
con el espíritu en violeta,
subir
la cuesta y verse desde antes,
hacer
una parada imprevista en el espejo.
Erguirse
sobre un trozo de pan,
alinearse
con los manantiales,
verbalizar
la entropía de este mundo,
sumarse
a la realidad.
Escribir
un poema sobre el tiempo que os queda,
saberse
el cielo de memoria,
disimular
la agenda de los ideales,
felicitarse
por haber nacido.
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