Poetas
industriales escriben traducciones en su propio idioma, enamorados del extraño
concepto,
el brillo de la alteridad. Resumen la mecánica del beso, escapan del suceso
escandaloso,
tan
cautos. Palidecen. Si Jordan: si llegase a leer alguna de sus parodias
cortocircuitadas, sus tempos medios
sincopados,
su hondura de inodoro, la encharcada melancolía que nivela sus recitales en
serie…
Siempre
quedará aquel estruendo anémico del aire, aquel cosmos
juvenil
de las primeras deserciones, los primeros paseos por ninguna acera, bajo la
égida
inclemente
de una naturaleza inercial. Lo decisivo es el ámbito donde estalla la realidad,
por ejemplo, un campo
vacío (…).
Al campo se llega en tren –cómo si no. Es un espacio
intratable
(intraducible), no por lo que es, sino por lo que significa
en el
poema, por lo que acierta y da de lleno en la mirada, en la memoria.
Seguimos
en lo mismo, por el mísero escenario de la imaginación, este sucedáneo
teatral.
Los personajes varían/no varían; aparece Azealia y sale
Rosario
por la puerta falsa de la actualidad
sentimental.
Cuentan los detalles, el cadillac de big bopper (confiscado por el KRIT), la
música
crujiente,
la banda sonora del descanso. La revolución permanente ha dado paso al
permanente ensayo de la creación,
tenemos un origen, y un destino.
Destiny
ha nacido para el mundo; es ella, su manto egipcio, sus manos vueltas
–cárceles,
sus manos–, su rostro cincelado al fuego de la tempestad, ese tono clásico de
sus rodillas, el asedio
frutal
que establecen sus ojos ávidos de fe. La
tenemos miedo –dicen todos. Y el poeta se consuela,
solicita
una entrevista, confiesa su arribismo, reproduce –en un suspiro– el trillado
discurso de un silencio estridente.
En la
biblioteca, la banda escucha con atención la cronología
real del
hundimiento; ágiles gorriones que dan pie al masivo destello del ruiseñor, su
prosa inimitable. El verso
se contrae
involuntariamente al conjuro de un espíritu
académico.
Yace el poema enterrado a la sombra de una luz que no hace falta. Nunca
hizo
falta un poema como éste; pero aquí se apresura, en cada leve paso dirigido hacia
el abismo de la eternidad.
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