relatos, apuntes literarios...

miércoles, 28 de marzo de 2018

extrañamiento


Escribe siempre para una lectora del futuro, la suya es una estructura del futuro. No para
Jordan que pasa ahora por debajo del árbol, distraída (no absorta) con algún tremendo brinco de la realidad. Nadie
reconoce el punto de vista escéptico y multilateral, cromático,
que arguye y filosofa como en la cola de la beneficencia, esa fila india imaginaria que es una estafa de los sentidos,
oscila o vibra en su plano coercitivo y contribuye al Extrañamiento
general.

Jordan se extraña, Destiny no.
El milagro de hoy es la capacidad sobrehumana de abarcar un mundo
repleto, un recetario de ámbito sublime; construir un sintagma automático que ponga motes a las estrellas,
una ametralladora de palabras dignas como catedrales efímeras.

Porque fuera no hay nada, se impone mirar hacia/para adentro, es necesario
interiorizar(se), volcarse en el conocimiento del Amor Propio; pues no hay:

             libros de texto
             enciclopedias
             wikipedia
             (termópilas)
             manuales de autoayuda
             extractos folletinescos con las instrucciones de la lavadora

La inexistencia de determinados objetos que no tienen a bien aparecer en campo alguno de sentido, por ejemplo:
el espejo (que ha sido sustituido por la luna de verdad). El ángel no pide respeto,
le basta con un mínimo de actitud, una brizna de restauración; su movimiento romántico
excede la medida del vaso reaccionario.

Depende de si el amor ha progresado en los últimos
tiempos, o no hay teorías alternativas y la puta poesía se destrona con estrépito en medio
de un caleidoscopio de formas consecuentes, en una cornucopia de formas singulares. Si el Verbo
organizado en salvas milimétricas dice las cosas a su manera
o repite la coreografía de los estantes abarrotados de miseria conceptual.

Destiny viene a condenar un volumen cualquiera, uno bastante lírico y ergonómico por su poco
peso y su condición manejable –famoso chisme de bolsillo; epicentro que fuera de la consagración
literaria de alguna pluma tartamuda, nobless oblige.

Hay que partir de un segundo
y describir el siguiente. Rubricar la sinfonía con un soplido gutural, un runrún de las tripas, el chasquido
abnegado de los huesos antes de la batalla, el portazo de la rosa
que atenúa su encanto frente al torpe silencio de la inspiración.


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