El arte
no se mancha las manos.
Cuando
se pone realista, la gente escribe historias
carniceras,
realmente duros alegatos culturales, pero sus manos permanecen
intactas,
inofensivas. La cultura es el intermediario entre el arte y la realidad, entre
la conciencia y el deseo.
Uno no
puede hacerse amigo de un ángel. Los ángeles nos desprecian (de tanto como nos
aman),
uno
puede correr tras la estela dinámica de un ser angelical, puede incluir un
manifiesto surrealista entre sus oraciones,
destinar
parte de su inicuo salario a la construcción de basílicas y escalinatas. La
conciencia
destaca
como una rosa en un pajar, una sonrisa a las tres de la mañana.
Hoy, la
mañana extraordinaria, la historia más cruda; el defecto de la literatura
(porque el arte es perfecto por contradicción)
está en
su imposibilidad de transmitir la función agónica del tiempo, su aspecto
duradero
intransferible; ah, se negocia un destacamento de fraternidad con el manto
simultáneo que recubre
la
existencia, la infinidad queda reducida a un rollo diminuto de suspicacias
sobre
el mundo y su craso potencial.
A los
ángeles les enferma esta incapacidad tan humana y decadente. Destiny se ríe del
KRIT,
abomina
la armonía de las voces, el infantil escudo de la música. Destiny se ríe de la
gente y se ríe de dios.
Es un
arma bien engrasada, un artefacto multilateral, un explosivo y una fortaleza.
Podría
haber
sido el cometa del siglo, podría haber nacido en un volcán. Pero está muerta.
Cómo disfruta
el Parque del testimonio artístico de la naturaleza; en una esquina
inventada,
un traductor de imágenes ridiculiza el genio de la humanidad, es el antídoto
contra la invasión
del
entusiasmo creativo.
El amor
es como una flor de loto flotando en el puchero del estanque; gran ejemplo. El
amor
es un
arte carismático, funciona sin intercesores, no necesita infraestructura para
manifestarse. Destiny
se ha
enamorado porque odia los recuerdos felices y no tiene compasión; su fortuna es
parte del espacio, su amor
restituye
la gravedad de las sombras, es un libro más allá de la conciencia,
más
cerca de los hombres de lo que nunca ha estado un corazón, jamás ha sido honrado
un pensamiento
por
medio de la luz o la palabra.
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