relatos, apuntes literarios...

lunes, 30 de abril de 2018

muros de agua con gas


Sobre el tapete verde de la hierba verde, lorquiana y decisiva, aceitunada y grasienta,
aceitosa y festiva, ningún esplendor, ningún poema; la poesía se desliza por un tobogán de humo,
aterriza en un columpio ingrávido que no aparece en el recuadro, falta en el lenguaje. La escena
promete. Hay
una espectadora enmudecida que rueda una película muda, su nombre no importa (por ahora). Estamos en América y el polvo
se introduce entre las sombras como un rayo de sol americano.

Resulta fácil recluirse, adivinar el futuro investigando un charco de sangre; los AK dificultan la respiración
de la tierra quemada, escupen su prieta sinfonía a toda velocidad. No estamos en América
todavía, queda un trecho, un muro, una extensión de agua que salvar,
unos cuantos años por delante.

Silencio, se rueda. La pobreza es tan cinematográfica,
tan sucia; el poema despide luz, legítima luz, autosuficiente, es un generador, una placa solar, también una botella de agua
con gas. El verso inmaculado traslucido como el agua, su forma de perdonar la vida a la historia, de redimirse. Verso
irredento, crucificado en su cruce de caminos: uno hacia la guerra. Roma siempre estará cerca,
a tiro de piedra: si no, todos tienen google maps.

La mayoría fuma demasiado, genera páginas de humo, lágrimas humeantes,
praderas líquidas de las que se elevan torres espectrales, crónicas figuras. El cuaderno de Jordan
lleno de dibujos parecidos. Los niños dibujaban con pinturas de cera, componían bodegones en la gira del hambre;
el cansancio es un hombre gris comiéndose su propia poesía,
plagiándose los ojos para desayunar.

Gente cansada y borrosa, polifacética y asidua al espectáculo de la comodidad, la obesidad
mórbida acostada en el sofá frente a un televisor apagado. Los satélites ya predican dentro de la mente, tienden su trampa
infinita. La película de Jordan no empieza mal: con un plano
secuencia comprometido, un ejercicio virtuoso.

¡La hierba aporta tanto! Ha señalado el día del amor con fragilidad impactante,
qué facilidad para las conmemoraciones; donde la tierra desnuda y los insectos, hasta ahí llega la cámara
lentificada, hasta el osario y otras ubicaciones subcutáneas;
nadie como ella araña briznas de sofisticación de los monitores
hundidos en la arena. Nadie mira con esa cruda voz por encima del hombro y el silencio.



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