Me he
inventado todo esto.
(Kiko Amat)
Murió
el último crítico (un ataque de inspiración). Exhalar está de moda,
cuando
la hierba ha crecido y se mece alta y nerviosa como un péndulo terrestre. En el
Parque, el poema se arrastra
un poco
a desmano de todo lo demás, y todo lo demás aprieta el paso,
jadea
al ritmo regular de la galaxia, al ritmo aguardentoso del planeta, a la
velocidad esdrújula del Sol.
Jordan cree en los poemas de ayer
(intro)
Es una
creyente apática, desoye aquella morfología arrodillada y cruel, sintagma
predicado
a grandes voces. Desoye la trifulca del patriarca medio ciego, desobedece a
dios. Porque el poema
dice,
estima, aborda el gran enigma de la gravedad y sus emancipaciones, su trémulo
berreo.
¡Basta de pilas bautismales!, stop a las soporíferas
misiones.
Regalad algo de hierba y dejad que los niños se promulguen.
La industria
del pecado está de capa
caída,
disminuye su cuenta de beneficios, su contabilidad asonantada. No existe la
pura
consonancia,
el paraíso es mentira hasta en la voz. Sin embargo, el desierto permanece y,
tan robusto,
arbola
la memoria de los pájaros sin nombre. Un azor quizás estremezca la curva
meridiana del aire, deslumbre el ojo
vago de
la aurora, su pecho carismático.
Ahora,
Jordan posee un alma que rima con el barro más allá de la ciudad, donde la
Avenida
conurba
con el campo, los trenes no hacen parada y el campo se convierte, es como un
duende irritado.
Lo dice
el verso, pero a media luz, despeinado y bebido, la sombra apelmazada en una
almohadilla cervical, un cascarón
plegado
sobre sí mismo.
(inútil, perfecto tabulador)
Todo lo que no es poesía; ya basta.
El Parque rebosa de tamaño y replanteo,
caudal
y mojigatería. Es para analizarlo a conciencia, sin conciencia, elevando como
globos las figuras que de él se eleven,
doce,
trece impactos severos al diccionario de redes, literalidad y artículos
afables,
soltura por encima, ¡quién lo diría!. Los labios se muerden, son mordidos, fingen
remordimientos; brota
de su
ruptura un beso o una conjugación, la oblea nocturna y pasajera, el prurito
extraño de un rapsoda
enano
al pie de Rapunxel.
Nada
nos concierne –expresan las montañas (en el verso). En el verso se expresan las
montañas, las tórtolas, los pinos
blancos
que observan el derrotero de las olas desde la pendiente. Jordan y su baja
autoestima;
por eso tiene que simular un rapto, tiene que fumar un rato cada mañana,
mientras
escucha el poema y, a su lado, alborotan los niños contagiados del eco, la carnaza
pujante del silencio.
Terry Evans |
No hay comentarios:
Publicar un comentario