El universo conspira para desaparecer. En su exigua
ventana de oportunidad, Jordan, en medio de una ecuación
temporal sin resolver, sospecha de su cuerpo.
Máquinas
por todos lados, máquinas extranjeras, también
máquinas felices. Ahora nada funciona,
ni siquiera el río que rodea el vecindario, que
camina dando un rodeo (ya huérfano de puentes),
tan esperanzado.
Hay túneles donde residen los murales de Darger, sus
niñas calcadas del espejo,
su negación. La ciudad es también extranjera,
también es una ciudad feliz
con su río redondo y sus enormidades. Edificios
difíciles, unos fatalmente derribados, otros finamente construidos,
su esqueleto radiante, normalizado; entre las ruinas
un microcosmos fuera de la realidad,
complejo y fuera de serie, pequeños animales que van
proporcionándose a la penosa escala de su esfuerzo.
Donde veas un Ángel; sigue su ingrávida espuela, que
allí se abrirá el mar y las aguas voltearán su contenido de tierra
fértil, su muesca de huesos y cadáveres, de cruces y
destinos. Destiny
mira el mar con estos
ojos dobles, vidriosos e irreales, mientras
escribe otro capítulo de las memorias de la fe,
memorias de una lucha ordenada. Hay hasta un spin-off del Amor
que se vende a un precio compulsivo, por una dote;
por el Amor se ofrecen reinos, orbes lujuriosos,
universos en pie de guerra,
explosiones discretas se desatan en los confines del
dogma, al límite del tiempo.
Ser eterno es una revelación, consiste en un
remedio, poesía + otros escenarios: coros celestiales (Keila Mumphord,
Taylor Nevels, Chamille Boyd y Jazmine
Thomas, además de Kiandra y de Kaye Fox). Toda esa maquinaria
espᴂcial,
ese contubernio del escándalo, esa manía de dios.
Dios nos
exhorta: ¡nombrad el mundo! Es una suposición exagerada, dios ni pregunta ni
atiende, no está. El poema
cumple
su objetivo en el reducto ciudadano, bajo la mirada trivial de los
supervivientes,
hijos de
la propiedad privada frustrados por la falta de cariño, héroes de las teorías
del apego. Pero
el Arte
inquiere y se rebela, se contempla en el escaparate, digiere el monopolio de la
escasez, se indulta,
deferente,
y exige su tributo de enfermedad y gloria.
Jordan wuz here : donde lo
ponga o lo deje de poner, donde se vea (el azul), desde qué riguroso
burladero;
no pasa de ser una afirmación condescendiente, un pedazo del soul de los
domingos
olvidado
en el surco de partida, un trozo de carne para la nochebuena del milenio, una
sanción ideal, el diagnóstico
efímero
de una deidad acobardada.
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