Frontera arriba,
resplandece el río, los árboles se acunan, la hierba
frunce el ceño de la
hierba, se hace humo en un abril extraño y permanente, también pueden
dispararte. Frontera
arriba pueden dispararte, silban las balas
una rumorosa estrofa
procedente del agua que
se arrastra hacia la claridad.
Como un cielo viejo y
derrotado, hay un arriba que duele en la pura
cima de las ilusiones,
junto al cora-
zón desilusionado, junto
a la coraza del olvido, la corazonada del Amor. Destiny® superpone su duelo,
su vuelo estilizado a la
quemazón de la palabra que viene
rápida como un señuelo,
rápida como una blasfemia viene a la mente y se pronuncia,
tan veloz como una forma
de caer de pie.
(Casi) todos los ángeles
han muerto como gorriones, abejas hacendosas,
religiosas, diáfanas en
sus dibujos animados. Entre las grietas del muro se mueven
las pautas de la
solución. ¡Cuántos errores!, pero ninguno de estilo,
ninguno en el relato de
la soledad.
La soledad no conoce
país, bandera ni linaje, su patria es un asteroide
dirigiéndose a la Tierra
con certeras intenciones,
un pedazo intacto de la
guerra colonial. Así que las naves parten hacia los confines y los aires
deportivos de la milicia
presagian un combate desigual. ¿Quién tiene al ángel de su lado?
Poesía por el Parque, a
cien grados de temperatura, en ebullición,
directa desde el cora-
zón de la galaxia, un
arte flacucho, hambriento por honesto, natural de una fórmula, de un área
semejante a Southern
Reach, esa mitología improcedente que tanto
desagrada. Un arte
infranqueable detrás de
su muralla y su exponente, forjado en la paleta de la luz.
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