En la cima del mundo
hay una fuente. Sobre todas las cosas, hay un libro. Todo
parece salir mal. La calle en cuesta con sus aceras de
sanfrancisco, su cielo
azul espacio, su amanecer torrefacto. Una estrofa
extranjera, un verso empobrecido con sus trenzas
color aceituna, su amarga historia, su apego contractual.
institucionalizadas, llevan una bandera en el bolsillo,
llevan
una constitución actualizada con enmiendas a la brutalidad,
visten con desenfado
pero están enfadadas
en primera persona.
nos ofrece una biblia abierta por la página equivocada,
nos ofrece un milenio
cultivado de estrellas, la verdad del silencio: cerveza y
alguna confesión,
vodka y algún espejo roto.
un libro en el andén, se retira la sombra, el aire
organiza una farsa de gravedad y altura. Tenemos cerca la
comida y el Arte, la culpa nos rodea; entramos
al museo con espíritu severo, con lealtad, y contenemos
la respiración
pensando débilmente.
minimalista y segura, no exige concentración ni acervo,
no agota demasiado. Volar,
en cambio, mortifica como nunca, el avión puede caerse,
las alas pueden detenerse. Así
que vamos a dar una vuelta: es que hace buena tarde para
irse de la lengua,
otra tarde sin nada que perder.
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