Paisaje es la primera palabra, la segunda
es Milagro. Con ellas puede construirse el Mundo.
todo, una ciudad incomprensible-
mente abierta, con su Avenida de San Diego años setenta,
su Avenida South Presa (2011).
El parque es
colateral, figura en el callejero de la noche anterior,
pero de noche es mejor no divagar.
cosas que agradan al espectador; para el milagro puede
contarse con un Ángel
(no con dios), su presencia (no su existencia) podría considerarse
recomendable (no necesaria). El milagro
resulta ser una profesión, es un artilugio profesional,
de mucho oficio,
aconfesional también.
estados de confusión, dos estatuas plantadas sobre la
eterna cumbre del olvido, el campo
cuántico que describe la única fuerza que se te va por la
boca, la fuerza
del lenguaje.
función de obra, no funciona sin casco y guantes de
soldador, sin la sierra
radial, el martillo neumático y el arnés de seguridad.
Picando piedra se consiguen ilusiones a crédito,
es más sencillo que rezar en una celda de excel,
más fácil que ocupar la casilla de salida del tablero de
ajedrez (¿qué casilla es?). Los dioses,
son contribuyentes netos a la industria de la salvación
individual,
hay toda una liturgia (¿o era una metalurgia?) para eso.
pendiente de crear(se), a falso vacío en busca de una
escalada redentora. Milagro suena a rombo o a fuego
a discreción, a visita inesperada. Las vemos en el cine –las
dos
palabras juntas– y cada una nos entra por un ojo,
y cada una es medio nueva
en realidad.
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