Hablemos de los hombres, qué cuerpos miserables,
qué mentes atrofiadas, sus carrocerías abolladas, sus
funciones corporales, soñadoras,
¡reproductoras! Su misterio.
interestelar, el telescopio de Arecibo, un cielo tenue de
manera que desciende levemente sobre nuestras
cabezas. Respiramos antes de mirar al cielo, vemos lo que
existe, ah, tanta clarividencia. Nos escuece,
nos faltan recursos humanos para comprender los hábitos
de la naturaleza.
al sentimiento; sentimos el calor como una epifanía, el
frío como una eternidad. Dice Mircea: sentimos
lo que somos, estamos incluidos en el mundo.
la fuerza de los dioses. Supervivencia y éxtasis,
compraventa de entradas, tardes vistas y no vistas en el centro
comercial buscando una distancia de fraternidad.
Cualquiera
puede resultar agraciado con un automóvil en la rifa,
cualquiera puede sufrir un contratiempo
especial, comercial, de incierto resultado.
llenas de almas, pero qué pocos Ángeles. Destiny –dice–
se pasará esta tarde con el arpa
encendida, una sonrisa.
humanamente. El cielo, mientras, se demacra como un
rostro declinante, anclado al sufrimiento y la frenética
ilusión de las moscas, su brevedad de estilo. Hay, sin
embargo, una pirámide en cada uno de nosotros
alzada con fulgor psicótico en medio de la realidad.
ansíe el hielo calcinante del abatimiento, su abrazo positivo.
Pues nada nos es desconocido ahora,
ni siquiera la amarga fecha de nuestra resurrección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario