Enhorabuena, gente extraña sale de casa
a cada momento, gente que mira a los lados con espíritu
flexible, personas
temperamentales que confían en que el cielo no se derrumbe
sobre sus cabezas. Todo resulta ajeno,
visceral, el lenguaje se concatena y forma ideales
pesados, audios inseguros, es portador de malas noticias
de manera uniforme y respetuosa
con su propia norma intransitiva: pura anomalía.
el hígado se inflama y genera cicatrices, la próstata
multiplica su tamaño,
los pulmones fabrican alquitrán. Di que sí. Se fracturan
los huesos sin ningún romanticismo, salen cardenales,
alguno lleva un ojo morado, los dientes se pudren en la
boca, son extraídos, aparecen
puntos negros en el rostro, granos y espinillas
espeluznantes. Así es.
o puede ser que nieve al compás de las olas,
que nos explote una ciclogénesis según las escrituras:
puede que el calor sea tan fuerte que el infierno asome
su teofanía por debajo de la puerta;
ah, el viento que despeina, la lluvia que cala y calca la
macabra silueta del futuro, la nieve que cultiva una parcela
en tierra de nadie.
refieren una historia corriente. A alguien le dolía la
cabeza
y es que le habían dado con un ladrillo en la cabeza. Y
fue sanado. Improvisaciones del lenguaje,
falsos mitos desmontados por marionetas y Ángeles sin
graduado escolar.
a grandes rasgos, a cámara lenta. Cine mudo y
sofisticado, actrices del método metidas a poetas, controladores
aéreos gestionando la enésima llegada del Mesías. Un
final
feliz para el gallinero, uno inteligente para la platea.
Y la clac aplaudiendo a manos
llenas. No hay espejos que valgan, ni poemas. La verdad
es que nos duele todo el cuerpo, por los cuatro
costados, nos sangran los modales, nos supuran las
lecturas y nos quema
la cortesía del mundo, que salimos al mundo mirando para
arriba
a ver qué día hace, a ver si todavía el cielo sigue ahí.
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