Pureza y poder de convocatoria, alzas la voz y se reúnen
los muertos,
llegan de todos lados (hasta del tiempo) titubeantes,
balbuceantes,
sonrientes. Su velocidad escuece, pica en la piel y
contribuye a la paz, desde luego supone una grata lección
para las masas, también para los elementos.
cogido por los pelos de la literatura, hecho de
antigüedad pero fechado hace
dos días, hecho de polvo pero sólido como una caravana
que recorriese los atajos de Europa,
años de batalla, siglos de fracaso.
fábricas de melancolía, en la Costa Azul una factoría de
íntima satisfacción, moderna y bien retribuida,
anclada en los felices años veinte (2020 no).
la península ibérica tocará con sus cabos el extremo
neoyorquino, habrá millones de muertos que seguirán
caminando, que subirán por una escalera mecánica al cielo
comercial de babilonia.
las ideas de esta forma. Hasta el poema se rasca sus
(p)referencias culturales, los puntos y aparte le producen
sarpullidos de ignorancia crónica. Hay, incluso, un tren
inolvidable que despide un sucedáneo de café,
humo y protagonismo, algo de erotismo comme il faut, lo que se dice una
escabechina
para todos los públicos.
propicio para el baile (puntiagudo, pues). Cuando la
pizarra rechina su ciencia estrafalaria, las muchachas
sortean las últimas noticias de mañana y la primavera impone
su desuso…
Es que nos vamos aproximando al Arte, que sonreímos
como poetas muertos.
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