En la mano pequeña cabe el Mundo,
entra en vereda (a la fuerza), un poco prieto queda,
roza como un zapato nuevo de charol con gravilla
incorporada (como todos los zapatos de charol);
el poema es eterno,
esto no parece un enigma, y tampoco. Escritores rulan profesionales,
trepadores.
se revuelve como un animal salvaje
asintomático (el signo de los tiempos). La poesía coge en
un cartapacio
miserable, sube por la escalera podrida de la buhardilla
y recoge su espacio abuhardillado,
se abuhardilla ella misma, late en precario como una
sensación
musical, la última sensación del rancio panorama.
en el borde de la silla arremeten contra el pueblo,
acometen parques eólicos y saltan entre las aspas
violentas, su texto carece de pretexto, su verso carece
de reverso,
tan elocuente como la llamada de la selva, como el ring-ring
del timbre de la puerta del patio del colegio,
el ensanche vocal del cantante de góspel.
Producto moribundo / pedazo mohoso de pan
blanco / tubérculo en forma de montaña.
El poema es futuro sembrado en la memoria.
de experiencia y urgente afectación. El verso se nos
muere con hache intercalada, como escrito en mandarín
intraducible, con la tinta invisible de las películas rusas
o la probada astucia de la ciega virtud.
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