Alma, cuando se abre paso la razón entre la niebla
subatómica de la conjetura,
pasa a la acción, la mano se mueve, el brazo, los ojos lanzan
indirectas. Esta comprometida, extraña imaginación que
rodea el azul de las palabras no pronunciadas,
se sobrentiende como un lenguaje iniciático (je ne se quoi).
cósmicos, sus casas mancilladas por un millón de auroras
invernales; esta lluvia que cala
el pensamiento, tan divertida de ver. Cae. Está en los
niños y sus cabellos
mojados, en la soledad de aquel anciano apoyado en la
pared, pintado en la pared.
de verrugas, un lío de pieles arrugadas. Hay un manantial
de artrosis y misterio, un bombardeo de espíritus
libres arrasa el extrarradio; los versos curvan la
realidad con su núcleo masivo, su beso
espontáneo entre las nubes, su nombre
verdadero crecido al abrigo del sueño.
y sacrifica su cuerpo, es el caldo primordial que
pertenece a la clase, permanece
escondido bajo un árbol gigante.
oculta su color, siempre está fuera como un satélite,
fuera como otro amor. El alma
resultaba tan pesada, un peso muerto. Sabed, gente que
habla
con los muertos: la razón se abre paso y explota en la
conciencia (un estallido de necesidad).
la música reverdece, interpreta a capella un incendio
controlado. Arde la fuente,
arde el monte allí donde no hay espacio y la madera es fiel,
divina piel, lengua de fuego,
allí donde la luz muerde como un espejo reventado.
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