Tomas la decisión (tu movimiento informa una mecánica
prohibida)
y el mundo se bifurca sobre mojado,
rastrea un sinfín de ubicaciones, cada partícula elige un
vértice a su manera. Haces algo y de pronto
la vida se reinventa, todo cambia de sitio, el espacio
escénico advierte una configuración
inestable, los focos se iluminan y convergen en un nudo
elástico de sentimientos culpables.
siendo azul. Los zapatos te llevan a una casa que es tu
casa, te conducen a una realidad
amorfa pero familiar, todo fluye sin estrés.
velando tus equivocaciones, ni mantienes la confianza en
un dios astrónomo creador de materia,
ni mantienes la distancia con un dios exótico creador de
vacío. Sientes un agujero en el alma,
un contorno que no es tuyo invade tu conciencia.
divergente y portador de una inmensa diversidad de
recorridos; te pierdes
entre tanta fanfarria, tanto significado (tanta prosa). Las
palabras atestiguan un pasado influyente –anchas
columnas–, el silencio da fe de una presencia más allá del
amor.
encendidas, los puentes ciegos de la noche; puede darse a
luz un pensamiento, puede verse un pensamiento,
sus idas y venidas, cómo se trastabilla y se conmueve,
cómo piensa en un solo sentido. Cómo
arruina una vida con un clic; es algo religioso
que no tiene que ver con la creencia en un ente forjador
de tentaciones, tal vez con el destino,
tal vez con el hondo misterio de la improvisación
trascendental.
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