Mejor no pensar, mejor amar.
accidental de una persona empedernida, pulsaciones
integradas en la vida familiar.
y se acoda, aglutina una sensibilidad decorativa: rey de conmociones.
Poetas: saben lo que es sufrir en primera,
segunda y tercera personas del singular. Sienten el
surtido
completo, ofrecen una perspectiva multilateral,
diseminada y fecunda.
bipolares, trilingües, exactamente delineados por un
lápiz de carpintero.
ante la tormenta, qué tribunal supremo de la angustia.
Pisan la red
cúbica del Parque y palidecen, qué estremecedores
sus nombres alineados en mitad de lo oscuro, estrellas tumefactas,
luceros suplentes.
familiar recorre el espinazo desintegrando placeres
antiguos, asiduos. Todos procreamos
pensamientos impuros, pero algunos irrumpen en los
salones de la literatura,
dignifican la degeneración.
trance fomenta la imaginación de los ángeles ―calificada
con un rombo―, la indignación de los ángeles.
personas saqueadas por el tiempo, corpus christi, coreamos
himnos
deplorables, hemos lanzado al viento la bandera más inaccesible,
hacemos cola para ver. Tenemos
la belleza entre ceja y ceja, a vueltas con la realidad,
pero luego
nos mata una palabra certera,
un silencio capaz.
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