Hay un término para designar algo que
ocurre. No es exacto.
La crítica lo critica, no describe.
Digamos un azul como en un cuadro de
Matisse, con sus matices. Se deben
ocultar todos los procedimientos, la génesis del arte
es una conmoción, cosas de débiles,
cosas débiles
que no rompen contra la realidad, no
acaban de romperse como un pobre corazón, no se laminan
ni se lamen las heridas. La broma es
obra
de un comediante suelto, sin raíces.
La risa es obra de una diosa diletante, portátil o iconoclasta.
Vayamos con el plagio. El plagio siempre
dice la verdad, regla primera. Las chicas del poema siempre están en otra parte,
adulándose entre sí, caramelizándose;
una de ellas lleva una falda pre-cio-sa,
silabean y paladean al unísono. Saben
poner las comas en su sitio, no como un poeta de saldo.
El precio de una obra de arte es
impresionante, causa estupor su dilatado número de ceros,
vale tanto que aterra; la crítica ha
tasado su valor intrínseco a través de miles de líneas, palabras cortas,
sordas,
palabras largas de más de cuatro
sílabas, como aporístico, que encarna
la máxima dificultad,
el súmmum de las alucinaciones
semánticas, la semiótica aguda, esa enfermedad rara.
Hace un corral de invierno y los
poetas se arremolinan (por decir algo), se arrean, eso sí,
con fatal dedicación, robustos como
suelen, pegan al de las gafas -¡cuatro-ojos!- y siempre alguna artista
sale en defensa de la competencia
literaria y se comporta
entonces con gran autoridad. El cielo
resulta que se lo ha hecho encima, literalmente, se ha llovido de cuajo esta mañana
sin pararse a pensar en los metros
cuadrados -y tan poco sutiles- anegados de espanto.
¡Ah, pero si inspira! Es una
inspiración el agua fuerte que gotea y perfora manchando
el mar azul de otro azorado y casi
verde, por si las musas. La realidad no es exacta, depende. El forajido Watson
fue acribillado en varias posiciones,
de varias formas, por diferentes verdugos. La guerra la inició un pobre diablo
condecorado hasta el techo. La
revolución fue idea de un don nadie, realmente.
Todos prueban el drama, que es
democrático.
Quieren probar las soluciones fáciles,
la sencillez y ecuanimidad de la gente de la comarca, su juicio profundo y
cómico,
su autenticidad
contrastada. El nacionalista debe dejar de amar a su novia
extranjera, que le gusta, pero no le
conviene.
¡Quién puede afirmar nada? Las chicas
extraterrestres fuman planetas, se drogan como aquí,
a pesar de su inteligencia artificial.
Buscan matar el tiempo igual que los amigos que quedan a las cuatro de la tarde
y empiezan a comprender el carácter
secreto de la ausencia. Así se hacen los poetas, a fuerza de poemas sin estilo,
gafas rotas y sangre en los portales.
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