relatos, apuntes literarios...

domingo, 27 de diciembre de 2015

Jordan camina


Jordan camina como un pájaro
vuela. Avanzan sus ojos por el lento y despiadado muro, sus manos buscan aire, aletean,
duelen, moran el espacio, son atmósfera, diez besos
en tanto movimiento. En el instante en que la observan los cielos, clavan su imagen en un panel de invierno,
esperan la siguiente novedad, el descarrilamiento del futuro.

Sube al tren, al lado suyo un vagabundo pero vestido a la última, los vaqueros desgarrados, la barba de hace un mes.
Ella discurre, saca un libro, su pequeño libro de oración, citas de Schopenhauer y otras rimas
adecuadas a cualquier estado de ánimo. Acaparando fuerzas, esta acumulación de nubes bajas
con un topo de azúcar. El don es para descifrar la noche y la noche ya está ahí, diseminada y oscura como un ramo de rosas,
regaliz. Vibra por un momento con la dimensión de su entusiasmo, la rectitud que la acompaña.

Al lado suyo, un perro lobo gris de nombre Gris. El lobo estepario algo demente, uno que dé miedo y aterrorice
a los padres, dé color a la estructura de la realidad. En el tren no se admiten animales
pero es un mercancías de la gran depresión y solo hay que asaltarlo, saltar en marcha, dejarse un jirón de carne, un hueso
roto en los raíles, ir dejando una huella sagrada. La sangre importa;
en la parada alguien toma un aperitivo y nadie: moros en la costa, policía que saque
placas o pistolas, gente azul.

Jordan corrige el primer verso, ese que se ofrece al mejor postor, se vende a precio de oro. No lo ha escrito
todavía y ya flojea, sugiere un tópico demasiado vulgar, algo absorbente como absorto, con ropajes
a la última como si fuera un versículo errante, errado y etimológicamente desvalido. Todo
tiene relación con la fuerza y la finura, por ese orden, con los extremos y el centro
del universo. El camino es más escandaloso cuanto más hacia arriba, más hacia el paraíso se conduce, el nirvana y la nieve,
la meditación exagerada, rústica y feliz. Se dan voces cerca de la cima
codiciada; gente ilusa vagando por bosques llenos de animales disecados y mucho frío alrededor.

Otra música efectiva: un insecto en el oído. La poesía depende
ahora de la industrialización, un puesto de trabajo en el metal. El trabajo es un ente poderoso,
una manera de modificar el comportamiento de la población hacia el pudor. Ella nunca
tuvo una entrevista, nunca se vio ante el hombre con corbata, la mujer con traje ejecutivo
ambos dispuestos a terminar con el romance.

Gris arde en deseos de comerse una estrella cruda, aúlla desencajado y en las casas, a lo lejos,
se encienden cuatro luces simultáneamente. Se enfada el barrio, vuelan piedras catapultadas por las sombras. Jordan
escoge huir, como hace siempre, quiebra los márgenes con una solución
inesperada; el poema consulta a su editor bajo la tierra y, del mismo modo que se eleva, echa a andar.





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