relatos, apuntes literarios...

miércoles, 19 de octubre de 2016

se hace saber


Nada ocurre fuera del soul. El gueto es una fórmula poética, tiene que ver con la acumulación
sentimental. La capital crece desordenadamente: hacia cualquier parte del sur. Los amigos del gueto pueden
entrar en tu casa y abrirte la cabeza, pueden robarte porque han aprendido la lección. Ah, no acudieron
a la academia nocturna (no a la adecuada), ni probaron fortuna en los cenáculos.
Aprendieron el abc de la gastronomía, a no morirse de hambre.

Se apuntaron al estilo astronómico, dedujeron la universal sobredosis de una frazada de luz,
formaron líneas y corazas y entre las líneas
insertaron corazones alternos.

Este era el chico que leía con celo: a Dexter en un trapo, a Fante en un cajón, y no se sabe a cuántos más
y no se sabe a quién. O leía deprisa a Danticat remordiéndose,
a Walser, y Albertine. Nombres para pulir sobre una cartulina cruda, una página en alto, una tapia encalada por error,
nombres que no suenan por el altavoz de la marea, que no son los micrófonos
de siempre ni salen en la foto digital.

Tantos nombres empeñados en escribir un verso.

Jordan está cometiendo. Anda por ahí. Conoce al poeta mejor que a su familia.
Ha leído los trópicos y las ambiciones, ha dejado de leer en un momento dado. El canto de los pájaros
acompaña un poco, transita poblaciones aéreas,
expediciones por el lado salvaje de la música en directo. Decimos que un cuerpo
vivo modifica su entorno, lo convierte en un páramo inhabitable, lo llena de desperdicios y color.
El poema tiene conocimiento de la situación, acota los parámetros
vivifica el acento y entra a matar sin arte (valga la resonancia).

El poema agoniza, tan breve, diseñado para su autodestrucción. Ella los prefiere al peso,
derrotados como fiambres en la morgue, Made in Jamaica. El parque se tiñe de la presión que ha descendido del cielo,
con sus rejas apócrifas y sus funcionarios, gente uniformada que devora toroides como dios.

Para enterrar el exceso, tierra para el desayuno, tierra para el martes por la tarde;
cuando salga la luna, cuando el aire se vista de fulana y pida fuego por las esquinas. Subiendo escaleras
(es un buen intento), la manera de hallar el fósforo de la verdad. Se te ocurren
historias y peldaños, frases fuera del soul, prolegómenos para una noche de guerra.

Se hace saber: dentro del poema hay un mundo que revienta (de gran literatura)
y un puñado de almas.





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