Paralelamente, el poeta vegetaba en su rama (baja)
a la espera de un indicio, un augurio alternativo, pero solo escuchaba
el riff instantáneo de una guitarra eléctrica
adicional. Despoblado de quehaceres, se agarraba al momento
insignificante, uno cualquiera: así se espera la muerte
o así se vive, una de dos.
Los gatos, una especie de especie protegida. No se pueden comer;
pequeñas
fieras con garras de mármol y colmillos de ratón. El hacinamiento se
produce en barracones
infectos, sedes de las naciones unidas, organismos oficiales. Hasta la
Nación Cree ahora se une con semejante
cupo de pensionistas alejados del tedio de sus antepasados. Terminó
aquel nacionalismo
experimental de los años veinte: los robots no se casaban con nadie.
En el parque, el rap aturde desde por la mañana temprano, el humo
se mosquea, magullado en sus flancos nebulosos, la hierba contribuye al
desánimo arterial; ya no hay leña que recolectar
detrás de las guirnaldas, ni cuervos a los que poner en un pedestal
kafkiano.
Beberse un té es un signo de rebeldía inocente, absoluta; hay una
preparación
intrínseca al hecho de someter el esófago a esa tortura británica. El
horario es decisivo, a las cinco son la diez,
nunca se sabe la hora, porque el sol sale cansado y solo aguarda una
epifanía
mural, el desarrollo de una lapidación interesante que iluminar a
conciencia; una procesión de lotófagos
sacados de una novela dura de Von Rezzori; otra novela rota en pedazos
de cartón (por inexacta).
Jordan (que aparece y mira hacia arriba –como hace siempre– por ver si
llueve: cámara/¡acción!) ve al poeta
recostado y sedicente, marcado por el odio como en una película entretenida,
y piensa en aquel verso
dudoso, magistral e incoherente. Porque la lectura no es lo suyo,
después de haberlo leído casi todo (igual que Keats).
Verso con gato y cierta consideración, cierta moderación; clásicos de
Gary Clark Jr. sonando a todo volumen
entre los callejones y el miedo. Una fila india reclutada en la cola
del hospital, páginas sueltas habitando un cielo
enteramente blue y el poeta que espera el impulso monástico, un pesaje
correcto
o la huida hacia la noche de los ángeles. Una de dos.
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