relatos, apuntes literarios...

miércoles, 10 de enero de 2018

(destiny) en el ácido centro de la ciudad sin fe


Alba sonrisa que prohíbe auroras, anticipo de su belleza teocrática. El campo
no ofrece estribaciones, en mitad de la tierra o en el ácido centro de la ciudad sin fe, universo
inarmónico surcado por venas ferroviarias, traqueteos como respiraciones sólidas, líneas
orgullosas de su profundidad. La estación es una pesadilla,
no existe sino en la maraña de recreaciones, tampoco en una de las muchas variantes de la física, no hay
senda verdadera, ni siquiera tiempo para saber la verdad.

Su apática sonrisa, su hipnótica sonrisa en los paneles
solares de Times Square, en el suelo radiante de la revolución, las octavillas
rojas que reparten las chicas en ruedas de silencio. Destiny ha puesto fecha al espacio de ayer,
se lo ha metido en el bolsillo como si fuera una persona educada, ha restringido los besos a una sucesión de carambolas,
las caricias a un reflejo de su extremidad dramática, como sosteniendo un libro en el vacío,
armándose de valor.

Su belleza es la quebrada ascendente de una cotización bursátil,
es un mapa de América antes de las prisiones y los templos.

La música ya no trama su red de confianza y humo con la poesía, ya no se pavonea
ni rabia, ni extingue los accidentes de la noche. La voz se ha detenido frente al precipicio o la selva,
su nombre es tan veloz como un rayo de plata. Destiny tiene el deseo
a un cuerpo de distancia, en su boca de ángel palpitan las palabras que nunca han debutado en la tormenta, a su garganta
acuden sonidos y desdenes: el santo y seña de la providencia, el despertar de un sueño,
la fantasía aniñada de aquel pájaro dócil…

Da mil vueltas al cielo; gira en su escena rota,
sin balcones ni estrellas, sin anillos ni incitaciones al arte; ah, la sonrisa que consume fronteras y hace
brotar la hierba en la memoria, ¡es suya! Su cumpleaños forma una pirámide de velas encendidas en un trance de azúcar;
pulcra fábrica de huesos dorada a fuego lento, su carne
desordena el latido del dogma, da razones a la pluma que sostiene el peso de todas las almas,
que sostiene todo el peso del mundo sobre la última gota de sangre derramada por la mano de dios.


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