Alba
sonrisa que prohíbe auroras, anticipo de su belleza teocrática. El campo
no ofrece
estribaciones, en mitad de la tierra o en el ácido centro de la ciudad sin fe,
universo
inarmónico
surcado por venas ferroviarias, traqueteos como respiraciones sólidas, líneas
orgullosas
de su profundidad. La estación es una pesadilla,
no
existe sino en la maraña de recreaciones, tampoco en una de las muchas
variantes de la física, no hay
senda
verdadera, ni siquiera tiempo para saber la verdad.
Su
apática sonrisa, su hipnótica sonrisa en los paneles
solares
de Times Square, en el suelo radiante de la revolución, las octavillas
rojas
que reparten las chicas en ruedas de silencio. Destiny ha puesto fecha al
espacio de ayer,
se lo
ha metido en el bolsillo como si fuera una persona educada, ha restringido los
besos a una sucesión de carambolas,
las
caricias a un reflejo de su extremidad dramática, como sosteniendo un libro en
el vacío,
armándose
de valor.
Su
belleza es la quebrada ascendente de una cotización bursátil,
es un
mapa de América antes de las prisiones y los templos.
La
música ya no trama su red de confianza y humo con la poesía, ya no se pavonea
ni
rabia, ni extingue los accidentes de la noche. La voz se ha detenido frente al
precipicio o la selva,
su
nombre es tan veloz como un rayo de plata. Destiny tiene el deseo
a un
cuerpo de distancia, en su boca de ángel palpitan las palabras que nunca han
debutado en la tormenta, a su garganta
acuden
sonidos y desdenes: el santo y seña de la providencia, el despertar de un
sueño,
la
fantasía aniñada de aquel pájaro dócil…
Da mil
vueltas al cielo; gira en su escena rota,
sin
balcones ni estrellas, sin anillos ni incitaciones al arte; ah, la sonrisa que consume
fronteras y hace
brotar
la hierba en la memoria, ¡es suya! Su cumpleaños forma una pirámide de velas
encendidas en un trance de azúcar;
pulcra
fábrica de huesos dorada a fuego lento, su carne
desordena el latido del dogma, da razones a la pluma que sostiene el peso de
todas las almas,
que
sostiene todo el peso del mundo sobre la última gota de sangre derramada por la mano de dios.
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