relatos, apuntes literarios...

domingo, 14 de enero de 2018

el click de la verdad


Sentada sobre un rimero de lecturas
atrasadas, junto a un río de papel de plata, como entre las figuritas de un belén español, Destiny
tiene algo que decir. Remodela la idea extraída del subsuelo atómico de su conciencia. Ha trabajado
duro; desde hace siglos, viene escarbando los endiablados surcos cerebrales del poema
divino, enfadándose con el patrón.

Nueva York sabe a cultura y muestra ese carácter atávico de los documentales de Naomi Vorhees. La ruina
seduce con sus parterres babilónicos, sus jardines cercados, su lado-espejo
y su pensión completa para los caminantes.

La cuestión es peliaguda,
especialmente. Porque es la imagen la que habla con el puro regocijo
de las insinuaciones; ahora cabalga el rap como un surfero ecologista, una muchacha absorta en su skate-board,
sin perder un segundo en movimiento, un giro del baile, su ritmo enseña a saltar en marcha de un secreto
inocente, es como tomar el tranvía, como coger el tren en una estación
intervenida por un viajero melancólico (el underground
en todo su reputado candor).

Destiny sabe de magia, de escapismo y de conciliación; lleva la inspirada salud de Clío
grabada en la pulsera, la fama de su nombre en el bolsillo izquierdo, donde el pañuelo suele disputarle el color
al gremio de la hierba; donde la voz declina (sweet love), guarda el contraste de un beso, otro collar de lágrimas.

Entre las manos sostiene una fortuna en cartas amorosas, un pensamiento de oro atormenta sus párpados. La forma
del pensamiento simula una esfera sin metáforas (no sirve para pensar el amor, sino la realidad); la realidad
es un manantial de ignorancia, un festín de cadáveres. A toda máquina, en el furgón de cola,
acostada en el aire que difiere la comprensión profunda de la nada, que sacrifica su potencial en el altar
ingrato de la poesía, sus labios comprometen
el testarudo click de la verdad, un eterno convenio de belleza y olvido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario