La Historia es larga. Comienza en su lugar, no en un instante: en aquel instante
la
historia había comenzado ya. Destiny volaba sobre el campo como una Madonna
respetable,
su rostro renacía con la flor del viento hacia la soledad. Su alma bordeaba un
cuadrilátero
de
almas, el ring de los buenos tiempos, todas a por el campeonato de los pesos
ligeros.
La
Historia es ardua, ni convence ni se deja convencer. Al principio, la falta de
automóviles
constituía
un hándicap, era tan poco convencional… Sin rodaje. Era como llevar una bolsa
de piedras
al
hombro, como instalar un hito en la carretera desierta, grafitear una señal de
tráfico. Una infestación de santos
perdedores
sobrevolando el campo, aves de gran tamaño, ángeles vueltos de espaldas. Su
felicidad
era evidente;
piedra a piedra edificaban: monasterios, pirámides, panteones; creaban un mundo
a la
medida de la filosofía, el poema perfecto (inexistente).
Se
insinúa… El mundo no existe porque precisaría un creador (fuera de sí), alguien
que mirase desde el ángulo
correcto
y moviera la varita con criterio, un mago excéntrico. La inmensa mayoría. De
los poetas
anda
detrás de una concreción elemental, síntesis y a otra cosa. Son despreciativos,
agresivos,
se muestran influyentes e influyen como ríos . La inmensa mayoría de los poetas
cree. Creyentes
dedicados
al gozo y la experiencia. Bebedores de café, de licor, de literatura. Se leen su
protagonismo.
El
poeta –lector invidente– solo entiende la caligrafía de Jordan, su tipo arial.
En la pared solitaria (a ras)
como unavallapintadadeamarillo el spray se
foguea bajo el sol carburante y frontal. El monasterio pende de un hilo,
las
abejas trabajan en la obra, sin casco y sin arnés. Destiny aparece mandando un
recado que son unos labios
de
Marilyn y una botella de bourbon, también una carta sellada con encanto.
La
Historia profetiza, es grave, grande y probable. Rima con la propia ruina; un
río de sombras la recorre;
y el
mundo se desintegra porque nadie cree en él. Una respiración común asciende,
pretende disputar el morbo de la noche,
cuenta
con herramientas de estilo, abundancia de pasajes inmortales. El verso ha
cometido el error
de
seguir vivo, de disponer más allá de su elegancia: ha comenzado en un lugar
cerca del sol, pero en otro
universo
con el ritmo apropiado, en otras palabras, con el mismo silencio dentro de la
voz.
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